En la Biblia nos instruimos en lo concerniente a la salvación por la fe en Jesús. Por ella llegamos al conocimiento, posible
aunque imperfecto, de nuestro Padre celestial.
“Tu palabra es para
mis pies una lámpara, la luz de mi sendero” (Sal 119, 105) “Hasta hoy no os
había dado Yavé un corazón para conocer” (Dt 29,3)