Entendemos
por “revelación pública”, la
acción reveladora de Dios, destinada a toda la humanidad, y que se
ha expresado en las dos partes de : el Antiguo y el Nuevo
Testamento.
Aclaremos:
Aclaremos:
1.-
Acción reveladora de Dios, porque es Dios mismo
quien se da a conocer progresivamente a la humanidad.
2.-
Destinada a toda la humanidad y, por tanto, válida
para todos los tiempos y lugares.
3.-
Expresada en el Antiguo y en el Nuevo Testamento: La
revelación pública de Dios ha terminado con la muerte del último
de los Apóstoles, testigos de los dichos y hechos de Jesús, y, a
partir de ahí corresponde a explicitar, es decir,
aclarar, interpretar y difundir, con total garantía, de
Dios, expresada en y en
No
habrá otra revelación pública
“No
hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa venida
de nuestro Señor Jesucristo” (DV
4)
La
revelación alcanza su culminación en Cristo; Él mismo, hecho
revelación del Padre y Buena Nueva, debe ser anunciado a todos los
pueblos, en cumplimiento de su mandato: “Id por todo el
mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” Mc 16,15)
“…bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt
28, 18-20)
El
Espíritu Santo guía a en la comprensión de la
revelación, por medio del Magisterio de los Obispos, sucesores de
los Apóstoles. “Aunque la revelación está acabada, no
está completamente explicitada, corresponderá a la fe cristiana
comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los
siglos” (CIC 66).
La
enseñanza de los Apóstoles “de todo cuanto Jesús les
había mandado” la llevaron a cabo verbalmente y por escrito.
Las
catequesis y enseñanzas de los Apóstoles a los primeros cristianos
fueron puestas por escrito, dando origen al Nuevo Testamento.
Los
Apóstoles confiaron a sus sucesores la tarea de transmitir el
Evangelio a todas las gentes hasta el fin de los tiempos. Esta
transmisión viva es llamada Tradición, distinta de pero
íntimamente ligada a la misma.
Exigencia
de la revelación pública
Exige
la fe de los creyentes porque es Dios mismo quien les
habla a través de las palabras humanas de los autores bíblicos. La
certeza de que es Dios mismo quien habla otorga a los creyentes la
seguridad de edificar la vida en la verdad.
De
esta forma, obedecer a la fe es someterse libremente a la verdad
revelada porque es Palabra de Dios, verdad misma.
¿Por
qué creer a Dios?
Porque
la esencia misma de Dios es ser ; en
Él no tiene cabida el engaño. El asentimiento de la inteligencia
humana a la fe va acompañado de unos motivos de credibilidad que
hacen que no sea un movimiento ciego del espíritu. Estos motivos de
credibilidad o pruebas exteriores de la revelación son los milagros
de Jesús, el cumplimiento de las profecías, la admirable
propagación y fecundidad de
La
fe, además de un don de Dios, es también un acto humano por
el que el creyente, en uso de su libertad, deposita su
confianza en Dios y se adhiere a Él y a las verdades por Él
reveladas.
En
las relaciones humanas no es contrario a la propia dignidad creer lo
que otras personas nos dicen sobre ellas, sobre sus intenciones y
confiar en sus promesas. En la relación del hombre con Dios por
medio de la fe tampoco es contrario a la dignidad humana la sumisión
de la inteligencia y de la voluntad a Dios que se manifiesta por
medio de la verdad revelada.
La
fe es un conocimiento cierto porque hace referencia
a de Dios, y Dios es
La
fe es un acto personal, libre y voluntario del
hombre. Nadie está
obligado ni se le puede obligar a abrazar la fe.
La
fe no es un acto aislado. Nadie se ha dado a sí
mismo la fe, como nadie se ha dado a sí mismo la vida. Todo sucede
en comunidad y es la comunidad de los creyentes en Jesús.
¿En
quién creemos?
El
creyente cree en Dios y sólo en Dios.
“Creer”
engloba dos referencias: A la persona (creo en Dios)
y a la verdad que Él revela (creo a Dios).
La
verdad revelada es creíble por la autoridad y confianza que ofrece
la persona que revela (Dios). La fe, por tanto, es una adhesión
personal del hombre a la persona de Dios y, al mismo tiempo, es la
adhesión a la verdad revelada por Dios.
La
referencia a Dios Padre comporta una referencia a Cristo (el enviado
del Padre) y al Espíritu Santo.
¿Qué
creemos o cuál es el depósito de la fe?
Es
San Pablo, en sus cartas a Timoteo, quien emplea el
término “depósito”.
“Timoteo, guarda el depósito a ti confiado. (1
Tim 6,20). Lo identifica con: "Palabras de la fe y de la buena
doctrina", "sanos discursos inspirados en la fe y en la
caridad", "palabra fiel que se ajusta a la doctrina",
"las cosas que de mi oíste" y "la herencia de los
santos".
“Enseñar
a los hermanos….las palabras de la fe y de la buena doctrina” (1Tim
4,6) “Los
sanos discursos que de mi oíste, inspirados en la fe y en la
caridad” (2
Tim 1,13) "Guardador
de la palabra fiel, que se ajuste a la doctrina” (Tit “Las
cosas que oíste de mi ante muchos testigos, confíalas a hombres
leales, capaces de enseñar a otros” (2
Tim 2,2). “La
herencia de los santos en la luz” (Col
1,12)
San
Pablo no explica en qué consiste el depósito de la fe, pero,
fácilmente se puede deducir por las pautas que da a Timoteo y a
Tito:
1. La
personas de Jesucristo, muerto y resucitado, por quien Dios se
nos ha manifestado. Ver Col 1,13-20.
2. La
certeza de que las Escrituras llevan a la salvación. “Conoces
las Escrituras sagradas, que pueden instruirte en orden a la
salvación por la fe en Jesucristo” (2 Tim 3,15)
3. La
estructura ministerial de y las condiciones de los
candidatos a los diversos ministerios: Obispos y cualidades
requeridas por este ministerio: (1 Tim 3, 1-7), sacerdotes (1 Tim
5,17-22) y diáconos (1 Tim 3, 1-13)
4. La
vida de oración de la comunidad cristiana (1 Tim 2, 1-8)
5. El
perdón de Dios “para alcanzar la vida eterna”
(1
Tim 1,16)
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