sábado, 15 de octubre de 2011

27.- ¿SIN NOTICIAS DE DIOS?

SIN NOTICIAS DE DIOS es el título de una película estrenada hace ya algunos años. Es un título verdaderamente chocante, que deja una sensación de existencialismo ateo. Cabe preguntarse si, en nuestra sociedad, todo el que esté verdaderamente interesado puede tener noticias de Dios.
El universo, de una magnitud casi infinita, nos desborda y con destellos interestelares y galácticos grita unas veces y susurra otras, invitando a afinar el oído y la mente, en busca de una explicación de su existencia. Desde hace muchos siglos, y así consta en la Sagrada Escritura, los hombres han reconocido que “los cielos cantan la gloria de Dios”.
 ¿Qué ha pasado para que ahora no haya noticias de Dios? ¿Ha encontrado la “ciencia” algún nuevo argumento para que el cielo no cante la gloria de Dios?
Científicos y no científicos están de acuerdo en que el conocimiento humano tiene límites. Existe algo más que lo experimentable y mensurable. Las ciencias humanas llevan a la puerta, pero no son capaces de abrirla; al otro lado está la invitación a escuchar las noticias de Dios.

¿Hay noticias de Dios en el interior profundo del ser humano?
Certeramente lo dijo San Agustín: “Te buscaba, Señor, fuera y estabas dentro de mí”. En el interior del hombre, muchas veces en profundo desgarro, se produce un eco insistente, inesquivable y que quisiéramos más claro, de la gran noticia. Unamuno lo confesaba cuando decía: “Dios se me configura como una Presencia, tan invisible como inconfundible... El sujeto siente que ha sido visitado y, desde entonces, no hace sino preguntarse y buscar por quién”.
El diario acontecer de los seres humanos está lleno de noticias de Dios: La vida y la muerte, el dolor y la felicidad, el amor y el desengaño. Lo que sucede es que nos gustaría que las noticias de Dios se impusiesen a nuestra inteligencia, de tal modo que no las pudiésemos rechazar. Nos gustaría que Él se mostrase claramente y no dejase lugar al rechazo o a la duda.
No es el hombre quien puede imponer las condiciones para la búsqueda o para el encuentro; pertenecen a Dios. Y Dios nos hizo libres para aceptar o no sus condiciones. La gran experiencia de los que le han encontrado es algo evidente: Dios es el Señor y sus noticias están ahí. Falta saberlas leer y descifrar. Falta el paso humilde, sincero y libre del hombre.

Por si las noticias de Dios escritas en la Naturaleza fueran insuficientes, Él se ha revelado, nos ha dejado su Palabra en la Sagrada Escritura.
¿Sin noticias de Dios? ¿Sobre qué libro se ha escrito, hablado y estudiado más que sobre la Biblia? ¿Qué símbolo se levanta sobre más montañas, monumentos, tumbas u homenajes que el símbolo de la cruz? ¿Quién puede presentar un elenco de hombres y mujeres más numeroso, más limpio, más generoso, más desinteresado y más universal que el formado por aquellos que, a lo largo de los siglos, acogieron y siguen acogiendo las Buenas Noticias de Dios?

¡Sin noticias de Dios! Nada menos conforme a la realidad.
Las noticias de Dios son abundantísimas. El cielo, la tierra, la naturaleza, el corazón del hombre, la vida y la muerte, el arte y la historia; todo es un libro maravillosamente escrito, lleno de noticias de Dios. Si no abres el libro y lo lees detenidamente, jamás te enterarás de su contenido; pero, el libro y sus noticias están ahí, aunque muchos se empeñen en no abrirlo.


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