miércoles, 7 de marzo de 2012

35.- LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Peregrinación popular
RELIGIOSIDAD POPULAR Y CRITERIOS DE EVANGELIZACIÓN

“Es nuestro deber anunciar claramente, sin dejar espacios a dudas o equívocos, el misterio de la encarnación, tanto la divinidad de Cristo como la realidad y la fuerza de su dimensión humana e histórica.
No podemos deformar, reducir o ideologizar la persona de Cristo, ya sea haciéndole un político, un líder, un revolucionario o un simple profeta, ya sea reduciendo al ámbito meramente privado a Aquel que es Señor de la historia.
Solidarios con los sufrimientos y las aspiraciones del pueblo, es urgente mostrarle lo que es específicamente nuestro: El misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios.
Sentimos que esta es la fuerza de Dios, capaz de transformar nuestra realidad personal y social y encaminarla hacia la libertad y la fraternidad, hacia la plena manifestación del Reino de Dios”. (Jesucristo, Salvador del mundo, pag 58)
El misterio de Cristo es un  elemento central de la religiosidad popular. 
A veces, con cierta degradación teológica y poca comprensión del misterio; otras, desfigurado y pobre en motivaciones; con frecuencia, menos vivido que la devoción a la Virgen María o a los santos.
Es España, en casi todas las regiones, hay una imagen de Jesús a la que se profesa una especial devoción: Jesús de Medinaceli, el Cristo de El Pardo, el Niño del Remedio, etc., aquí en Madrid.

¿Qué hay que mejorar  en la religiosidad popular?
Ante la realidad de las devociones populares, se debe hacer una catequesis de reevangelización, anunciando la figura del Cristo bíblico-eclesial sin reducciones ni opciones preconcebidas.
Sobre la base de la integridad del misterio de Cristo, una buena catequesis de reevangelización, aprovechando todo lo bueno de la religiosidad popular y purificándola de sus defectos, debe devolver la esperanza y el norte a muchos que caminan sin ellos.
La nueva evangelización debe presentar a Cristo como “Evangelio del Padre”, como “Evangelizador vivo de la Iglesia” y como “vida y esperanza de la comunidad humana”.
No se trata de destruir sino de cribar para quedarnos con lo bueno y   aprovechar los cauces de la religiosidad popular para llevar a cabo una completa manifestación del misterio de Cristo, para que las gentes le conozcan, le amen y puedan dar testimonio. Si todos los que se sienten atraídos por la religiosidad popular se convirtieran en testigos de Cristo, el Reino de Cristo arraigaría mucho más.

Criterios teológico-pastorales para esta reevangelización
Criterio cristológico: Que la Buena Noticia se encarne en la cultura propia de cada pueblo, apreciando sus valores y viendo sus limitaciones.
Cristo debe ser el foco de luz y el núcleo vital de esos valores.
Criterio eclesiológico: En la realidad concreta de la Iglesia universal y particular es donde se acoge, vive, discierne, valora, purifica, cumple y realiza la experiencia vital de encarnar en seres humanos la Buena Nueva. La Iglesia es lugar de experiencia, criterio de validez y de ligitimidad.
Criterio antropológico: La encarnación del Evangelio debe ser un servicio de promoción, de iluminación y de liberación global del ser humano. La encarnación de la fe en Jesús es una “experiencia de salvación” vivida por una comunidad de creyentes concretos, en un lugar y en un tiempo concretos, como adelanto de la salvación definitiva.
Criterio interactivo: La encarnación del Evangelio no lleva al gueto del aislamiento sino a la interacción, a compartir y participar. El Espíritu produce sus frutos donde y cuando quiere. Los dones se reciben no para el exclusivo y propio provecho, sino para ponerlos al servicio y en beneficio de  la comunidad humana.


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