Promesa de Dios a Abraham |
Dios vino en ayuda del
hombre y eligió al pueblo de Israel como portador de la Promesa y le dio el
protagonismo.
También los demás pueblos
estaban llamados a gozar de la gracia del Mesías. Al principio de la Historia , los pueblos se
nos presentas aislados, con sus dioses y su culto, sus reyes y su territorio,
recelando de sus vecinos de frontera y en frecuentes luchas de poder y
conquista. De aquí nacieron los grandes imperios que, poco a poco, fueron
borrando las fronteras y prepararon la unidad del mundo antiguo.
Imperio asirio bajo Asurbanipal (668-627 a.C.) |
Imperio macedonio con Alejandro Magno |
Surge el poder de Roma, que, tras someter a los
pueblos occidentales de Europa y a los
del norte de África, incorpora gran parte del imperio de Alejandro. La gran
unidad política soñada por Alejandro se realiza en el Imperio Romano que llegó
a extenderse desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar
Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este,
y desde el desierto del Sahara al sur hasta los ríos Rin y Danubio y la
frontera con Caledonia al norte.
Imperio Romano bajo César Augusto |
Cuando nació el Mesías
reinaba en Roma el emperador César Augusto, quien gobernó el Imperio Romano desde
el año 27 a .C.
al 14 d.C.
“Salió un edicto de César Augusto para que se
empadronase todo el mundo….Iban todos a empadronarse cada uno en su ciudad. José
subió… de Nazaret…a Belén..con María, su esposa, que estaba encinta. Estando
allí…dio a luz a su Hijo” (Lc 2, 1-6)
El Imperio Romano, sin
pretenderlo, ofreció a los seguidores de Jesús de Nazaret la oportunidad de
extenderse por un inmenso imperio, con una cultura helenística abierta y un
gran número de colonias judías en las principales ciudades. Los primeros
cristianos aprovecharon esta oportunidad y se extendieron rápidamente por todo
el Imperio.
La cultura helénica,
lengua, literatura, arte y filosofía que Alejandro Magno difundió
por Oriente, las colonias griegas y el Imperio Romano difundieron por las
provincias occidentales, constituyendo la unidad cultural de todo el Imperio.
Cada pueblo tenía sus dioses; pero todos sentían el atractivo
del arte y de la mitología griegos.
Los súbditos del Imperio Romano salieron de su estrechez cultural y religiosa y, bajo la influencia de la cultura helénica, adquirieron unas concepciones más amplias que les prepararon para concebir una divinidad trascendente como la predicada por los seguidores de Jesús de Nazaret.
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