domingo, 11 de diciembre de 2011

29.- ¿HAY DEMOCRACIA EN LA IGLESIA?

Cuando se habla de democracia se suele tener como referencia la experiencia de los griegos que fueron los primeros en decidir que, en sus ciudades, los ciudadanos ejercieran directamente el poder de decidir, aplicando el principio de la mayoría.
La democracia ha sido bastante idealizada, pues, realmente, era muy restringida, las ciudades-estado eran pequeñas y solamente un sexto de su población ejercía el derecho otorgado por la democracia, reservado a los ciudadanos libres y excluido a los esclavos, artesanos, extranjeros, inmigrantes y a las mujeres.

La democracia en la Iglesia primitiva
Jesús, al fundar el nuevo Pueblo de Dios en continuidad con el antiguo, lo designó con el nombre bíblico de la asamblea religiosa, la synagoge. La primera generación cristiana lo tradujo por “ekklesia”, tanto porque este término era apto para designar el nuevo Pueblo de Dios como porque incluía la idea del llamamiento de Dios, primero a los judíos y luego a los gentiles, para formar la “convocación santa” de todos los “llamados a ser santos“ (1 Cor 1,2)

La idea de democracia tiene una equivalencia mucho más profunda en el mensaje y en la práctica de Jesús de Nazaret que en el mundo griego. Con Jesús entró en el mundo la fraternidad universal, todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios. San Pablo expresa esta fraternidad de modo admirable: “Ahora ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, pues todos somos uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28)

El resultado de esa fraternidad cristiana fue que esclavos, libres, mercaderes, escribas, soldados, filósofos y un larguísimo etcétera, con independencia de su situación económica, de su sexo o color, se unieron en comunidades de fe (iglesias domésticas) y vivían en plenitud el “ser uno en Cristo Jesús”, la koinonía o comunión. La ekklesia que, antes era la asamblea del pueblo para solucionar asuntos profanos, pasó a ser la asamblea del pueblo para dar culto a Dios y para solucionar los asuntos religiosos. La “ekklesia” griega derivó en la “ecclesia” latina y en la “iglesia” en la lengua de Cervantes.

¿Cómo se organizaba la asamblea del pueblo?
Primero: “Los Apóstoles, con Pedro a la cabeza, atestiguaban la resurrección de Jesús y gozaban todos ellos de gran favor” (Hch 4,33)
Esto quiere decir que Pedro era el primero, él presidía y animaba y todos los demás Apóstoles le acompañaban en dar testimonio de la resurrección de Jesús, como punto central de la fe. No cabe separar la misión de Pedro y la de los demás Apóstoles. Todos tienen encomendada la misma misión, todos juntos forman el Colegio Apostólico que siempre preside Pedro. Toda la comunidad cristiana de los primeros tiempos de la Iglesia participaba en la toma de decisiones, según aquella ley básica: “Lo que concierne a todos, debe ser decidido por todos”.
Segundo: Los primeros cristianos “todo lo ponían en común” (Hch 4,32) Era la koinonía o comunión más radical, en lo humano, símbolo y expresión de la comunión en el Espíritu. La consecuencia era que “no había pobres entre ellos” (Hch 4,34)

¿La Iglesia de Jesús es una democracia?
Actualmente, está claro que no. Es una monarquía absoluta, espiritual, organizada al estilo de las monarquías reales, por no faltar nada en la imitación, hasta se da a los cardenales el título de “príncipes”.
En esta Iglesia, el sucesor de Pedro gobierna no sólo la Iglesia sino también un territorio, el Estado pontificio, preside la asamblea litúrgica del Pueblo de Dios, custodia el depósito de la fe, nombra a los obispos de todo el mundo y a los cardenales, quienes, a su fallecimiento, se encargarán de elegir a su sucesor, bajo la iluminación del Espíritu Santo.
No siempre fue así, por ejemplo, antiguamente los obispos eran elegidos por el pueblo entre sus sacerdotes o presbíteros y las mujeres tenían un papel más destacado en las iglesias domésticas.



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