Nació en Balsareny, un pueblecito catalán de la provincia de Barcelona, el día 16 de febrero de 1928.
Ingresó en al Congregación de los Padres Claretianos y fue ordenado sacerdote el 31 de Mayo de 1952 en el Congreso Eucarístico de Barcelona.Apostolado
Simultaneó su labor docente en el colegio claretiano de Sabadell, desde 1952 hasta 1958, con los Cursillos de Cristiandad, a los que se vinculó muy fuertemente y con el mundo obrero y los inmigrantes castellanos, murcianos y andaluces que en aquella época malvivían en los barrios pobres de Sabadell.
De Sabadell fue destinado a Barcelona, encargándose de la dirección del local de la juventud claretiana, por el que desfiló una legión de desheredados, pobres, delincuentes, parados, enfermos. Organizó una escuela nocturna y una bolsa de trabajo con listas de empresas para conseguir empleo a los inmigrantes. Trabajó intensamente en la difusión de los Cursillos de Cristiandad.
En 1960, fue enviado a la colonia española de Guinea con un equipo de religiosos y el encargo de implantar allí los Cursillos. Tuvo algunas dificultades para lograr que los cursillos fueran mixtos, blancos y negros juntos; su consigna fue: “O café con leche o nada”. A su carácter tenaz y trabajador infatigable se añadió, para siempre, su dedicación a los pobres.
En 1961, los superiores le destinaron a Barbastro (Huesca), en calidad de Prefecto del Seminario Claretiano.
En el verano de 1963, nuevo destino, Madrid, en calidad de director de la centenaria revista claretiana Iris de Paz.
A finales de 1967, la Congregación Claretiana decidió abrir nuevas misiones en Brasil y en Bolivia. A Casaldáliga se le encomendó la fundación de una misión en el Mato Grosso brasileño.
EN LA MISIÓN DE MATO GROSSO
“Cuando llegué, el 30 de Julio de 1968, lo primero que vi fueron los cadáveres de cuatro niños muertos que habían dejado ante el portal de casa”.
El Mato Grosso se caracteriza por el aislamiento, la miseria y la carencia total de derechos humanos en sus gentes.
Se estableció en Sao Félix, un pueblo de chozas a orillas del río Araguaia, habitado por unos seiscientos habitantes, sin médico, correo, teléfono o electricidad, a más de 700 km. de Barra de Garsas, donde está el ayuntamiento.
Los habitantes, en su mayoría, son inmigrantes del nordeste del Brasil, gente sencilla, cordial e ignorante, que intenta labrar un futuro. Casaldáliga escribió en su diario: “Gente de carga, traída por la ola de la pobreza, de la soledad y del crimen, propio o ajeno, gente sencilla, gente que lleva la cruz... Estos son los pobres del Evangelio”.
Había encontrado lo que tanto había buscado, a los pobres del Evangelio y, en ellos, una misión a la que dedicar su vida.
Pronto se dio cuenta del enfrentamiento que existía en la región: a un lado, los terratenientes; al otro, los peones, los campesinos y los indios. Él debía escoger.
En 1969, fue invitado a la Hacienda Suia Missú, que tiene una extensión mayor que Cataluña. Aterrizaron en la pista de la Hacienda más de veinte aviones, uno con el Ministro del Interior de Brasil. Se celebró un banquete pantagruélico.
Aquella misma tarde, Pedro visitó a los peones que llegaban en busca de trabajo, encontró a doce enfermos, uno de los cuales había intentado suicidarse. El contraste entre ambas realidades fue muy duro, tanto que la situación se le hizo insoportable. Esta fue la primera y última vez que Casaldáliga confraternizó con los terratenientes.
La ley de posse
En Brasil, existe una ley que otorga la propiedad de las tierra sin dueño al que la ocupe y la trabaje. Así han nacido muchos pueblos de "posseiros". Uno fue Serra Nova. Don Pedro Casaldáliga recorrió. a caballo, más de 70 km. para llegar a un claro de selva donde unos posseiros querían construir el pueblo, con escuela e iglesia.
El futuro estaba amenazado por los terratenientes de las grandes fincas vecinas. La Hacienda Bordón, de la que uno de los principales accionistas era el Ministro de Hacienda de Brasil,decidió que la tierra donde habitaban los posseiros era suya y les cercó con una valla; era la forma de ahogar a los campesinos.
La opción radical y definitiva por los pobres
Casaldáliga optó, de forma radical, por los pobres, lo que le originaría en el futuro muchísimos problemas y le creó enemigos muy poderosos, y también amigos muy fieles.
A Sao Félix llegaban los inmigrantes buscando su futuro: rotular un trozo de selva y cultivar arroz, mandioca o café (con el riesgo de ser tiroteados por los pistoleros de los terratenientes) o trabajar como peones en la Hacienda de un terrateniente. Ambas alternativas conducían al riesgo y a la miseria.
Los terratenientes hacían y deshacían a su antojo, sin rendir cuentas a nadie; compraban el silencio, amparados en la corrupción de la dictadura militar. Tenían pistoleros a sueldo para mantener a los peones en un régimen de esclavitud y para evitar que otros se instalasen en las tierras de la Hacienda.
“Morir o matar es más fácil aquí, está al alcance de todos”. La ley no llega a un rincón tan apartado. La única ley vigente es la impuesta por las armas. Los terratenientes obran a su antojo, sin rendir cuentas a nadie; tampoco nadie se las pide.
Una vez excomulgó a dos haciendas porque tenían pistoleros que mataban a los peones, les cortaban las orejas y las llevaban a la Hacienda para demostrar su muerte.. “Tras enterrar a uno de esos peones asesinados, cogí tierra de su sepulcro, la puse sobre el altar y excomulgué a la Hacienda.. Fue un acto contra la Hacienda, no contra las personas”.
Ante la reiterada opresión de los latifundistas, muchos de ellos “muy cristianos”, decidió suprimir toda ambigüedad, en adelante ninguna eucaristía en sus capillas, ningún gesto de saludo: “El Evangelio para los ricos es contra su riqueza, sus privilegios, su posibilidad de explotar, dominar y excluir a los pobres. Si cada semana voy a la capilla de un rico y no pasa nada, no digo nada, no sacudo su conciencia, ya me he vendido y he negado mi opción por los pobres”.
El informe-denuncia de Casaldáliga
En 1970 firmó su primer informe-denuncia con los casos de peones engañados, controlados por los pistoleros, golpeados, heridos o muertos, cercados en la selva, en total desamparo de la ley, sin derecho alguno ni salida humana.
El Nuncio le pidió que no lo publicase en el extranjero. Uno de los terratenientes le advirtió que no debía meterse en esos asuntos, pero Casaldáliga decidió aplicar su opción por los pobres...
“No podía celebrar la eucaristía a la sombra de los señores, no podía aceptar ningún signo externo de su amistad”.
Envió el informe “Esclavitud y feudalismo en el norte de Mato Grosso” a las principales autoridades del país, al Presidente de la conferencia Nacional de los Obispos y al Nuncio del Papa en Brasilia.
Esto significó un paso sin retorno, “sentía que había firmado mi sentencia de muerte, en todo caso, acababa de firmar un desafío”. Desde entonces, ha sido llamado “agente extranjero” y “comunista”. Todavía puede que alguien le considere un “obispo comunista”.
El pistolero arrepentido
Los terratenientes, tras la lectura del informe y corriendo el rumor de que podía ser nombrado obispo, intentaron eliminarlo. Para ello, contrataron a un pistolero y le entregaron un revólver del 38, un billete con destino abierto y mil cruceiros, una cantidad, en aquel tiempo y en aquel sitio, nada despreciable.
El pistolero era católico y le pareció muy fuerte matar al “padre”. Se arrepintió y fue a contárselo a un sacerdote del equipo, quien le aconsejó que pusiese una denuncia ante la policía. Esta es la denuncia firmada: “Yo, Vicente Paulo de Oliveira, peón de la compañía Bordón, declaro que el capataz Benedito Teodoro Soares, de sobrenombre Boca Quente, disparó contra tres hombres (Benedito de Silva, Gerardo y Vicente Paulo) porque no estaban conformes con la paga recibida. Benedito Boca Quente me pidió que matara al padre Pedro asegurándome que si lo hacía me daría mil cruceiros, un revólver del 38 y un pasaje para donde yo quisiera. Me pidió insistentemente que lo matara y me avisó que, si lo descubría, me mataría”.
Casaldáliga elevado al servicio de obispo
En el verano de 1971 se confirmó el rumor y Casaldáliga era nombrado obispo de Sao Félix. Escribió una carta de renuncia, pero, antes de echarla al correo, llegó al pueblo el obispo de Goiás, Tomás Balduino, quien le pidió que no renunciase, porque “yo siempre lo he visto como un obispo de la más clara tradición de la Iglesia”.
Decidió consultarlo con los sacerdotes del equipo y todos le pidieron que aceptase. Y aceptó. “Procuraré ser siempre un obispo servidor y pobre”, sin mitra, ni báculo, ni anillo.
Las visitas pastorales
Después de volver la espalda a los terratenientes y representantes de la dictadura militar, Pedro Casaldáliga quiso ganarse la confianza de los peones, los campesinos sin tierra y los indios. Para darse a conocer decidió visitarlos en sus casas. Es época de largos viajes, de ceremonias colectivas de bautizos y de matrimonios, a veces, problemáticos porque debía estar muy atento y poner mucho cuidado para no casar a los que ya estaban casados, entre tanta promiscuidad, amancebamientos, uniones y desuniones.
La primera Carta Pastoral
La tituló "Una Iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social". Consta de 123 páginas de documentación precisa, con nombres y apellidos y muchos de los conflictos por la tierra y otros problemas vigentes en la Prelatura.
Ninguna editorial aceptó su publicación; se hizo en dos imprentas clandestinas. El obispo Don Fernando dijo: "Me sorprendió su valor; era la primera vez que alguien se atrevía a hacer una denuncia pública, a decir lo que todos los obispos sabíamos y vivíamos. Era una declaracvión de guerra".
La Carta Pastoral tuvo mucha mayor repercusión que el Informe sobre la esclavitud. Entonces era sacerdote, ahora se trataba de un obispo.
"Estoy seguro, de no haber sido obispo, me habrían cortado la cabeza", comentó.
A pesar de la censura, la Carta llegó a todo el país. La Jerarquía eclesiástica brasileña aprobó la publicación y los sectores más progresistas le mostraron su solidaridad y elogio.
Casaldáliga pasó a ser considerado por la junta militar y por los terratenientes como un obispo peligroso, al que había que perseguir y eliminar.
Trataron de expulsarlo del país, pero el cardenal de Sao Paulo, Evaristo Arns, viajó al Vaticano y se entrevistó con el papa Pablo VI, quien le dijo: “Anuncia públicamente que los que trabajan en estas regiones son verdaderos héroes y que tocar al obispo de San Félix era como tocarle a él”.
No hubo expulsión, pero aumentaron las amenazas. En la prensa brasileña aparecieron, con nombres y apellidos, un grupo de terratenientes pidiendo la muerte del obispo.
Asesinato del padre Joao Bosco
Casaldáliga invitó al padre Joao Bosco, jesuita de la región de Diamantino, a que le acompañase en una visita pastoral al pueblo de Riberao Bonito, distante unos 300 kilómetros de Sao Félix y que el 12 de octubre celebraba la festividad de su patrona, Ntra. Sra. Aparecida. Casaldáliga inauguraría las obras de la futura iglesia.
El pueblo estaba tomado por la policía militar. Alguien había matado a un soldado que tenía fama de terrible por su brutalidad. En la comisaría estaban interrogando a la hermana y la nuera de un campesino al que la policía consideraba culpable del asesinato. Llevaban detenidas más de veinticuatro horas y Casaldáliga, convencido de que las estaban torturando, fue a interesarse por ellas. Y Joao Bosco se ofreció para acompañarle.
Desde fuera se oían los gritos de dolor y desde la puerta abierta se contemplaba una escena dantesca: las mujeres tenían la cara marcada por los golpes, de rodillas, con los brazos en cruz y con alfileres bajo las uñas de los dedos.
Antes de que entrasen en la comisaría, llegó un vehículo con dos cabos y dos soldados que no eran de la zona. Se presentaron, pero los confundieron porque Bosco era mayor e iba bien vestido, mientras que Casaldáliga llevaba pantalones, camisa y alpargatas.
Empezaron a insultarlos y amenazarlos y Joao Bosco les dijo que pensaba denunciar a sus superiores las brutalidades que hacían con aquellas mujeres. Entonces, uno de los soldados le dio un bofetón y le pegó un tiro en la cabeza. Sus últimas palabras fueron: “Don Pedro, hemos terminado nuestra labor”.
Un piloto de avioneta confesó al obispo que “unos días antes había llevado a un agente que le había dicho que buscaba al obispo para matarle”.
Casaldáliga escribió:“A veces, tengo la impresión de vivir de propina, porque he escapado de la muerte muchas veces y quizá Joao Bosco murió en mi lugar. Sé perfectamente por qué me amenazan y sé que las causas que defiendo son más importantes que la propia muerte que me pueda llegar”.
En Santa Teresita
Era éste un pueblo que, en su mayor parte, estaba dentro del territorio que consideraba suyo la Hacienda Codeara, perteneciente al Banco de Crédito Nacional que había comprado cuatrocientas mil hectáreas de terrero, aprovechando las facilidades dadas por la dictadura militar. El pueblo era un nido de esclavos blancos.
La Codeara levantó vallas y garitas con gente armada para controlar a más de quinientos posseiros y a los indígenas tapirapés que vivían en la zona ayudados por el padre Jentel, sacerdote francés y las monjas de la comunidad de Foucauld.
En febrero de 1972, la Codeara incendió una calle entera del pueblo, pretextando que había sido construída sin permiso.
Jentel decidió construir un ambulatorio para atender a los campesinos y a los indios tapirapés. Estaba casi terminado, cuando fue destruido con un tractor de la Codeara. Jentel, aconsejado por Casaldáliga, no presentó denuncia ante la policía, por considerarla infructuosa, sino que decidió volver a construir el ambulatorio. "Podéis empezar, nosotros os protegeremos" contestaron los posseiros.
El 3 de mayo estaban las obras muy avanzadas cuando llegaron la policía y unos empleados de la Codeara fuertemente armados con intención de destruir las obras del ambulatorio. Fueron recibidos con una gran perdigonada de escopetas de caza por el padre Jentel y unos cuarenta posseiros, escondidos en unos bananales cercanos.
Cuarenta minutos de enfrentamiento y los asaltantes salieron huyendo, no sin abandonar la lista de los que pretendían detener. Empezó la búsqueda y captura de Jentel y de los 40 posseiros, éstos se escondieron en la selva, el padre Jentel fue detenido y juzgado por un tribunal militar que le condenó a diez años de prisión. La Codeara salió absuelta, a pesar de los muchos delitos que había cometido.
Casaldáliga redactó un nuevo documento: "Condena y testimonio del padre Francisco Jentel, misionero de la Prelatura de Sao Félix, Mato Grosso". A pesar de la censura, fue muy difundido y logró gran resonancia en la opinión pública de Brasil. El Gobierno obligó a la Codeara a retirarse de Santa Teresita y reconocer que la tierra pertenecía a los posseiros y a los indios .
“No se puede servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6,24)
La sociedad humana es una pirámide de desigualdad, unos pocos arriba, en el lujo y la abundancia y muchos en la base de la pobreza y la miseria. Los de arribas oprimen: los de abajo son oprimidos.
Esta desigualdad no puede ser silenciada, no se puede tapar, bendecir o cohonestar con razones divinas. Todas las personas de buena voluntad deben gritarla a los cuatro vientos. Ningún creyente puede permanecer imparcial si recuerda que Jesús fue ajusticiado por el poder político y religioso – el imperio y la sinagoga, precisamente por su parcialidad en favor de los pobres y oprimidos. El dios de las riquezas no es el Dios de los pobres defendidos por Jesús.
Casaldáliga y la Teología de la Liberación
Don Pedro Casaldáliga, no es un ideólogo de la Teología de la Liberación sino que fue, y sigue siendo, un obispo que la puso en práctica con todas sus consecuencias.
Don Pedro bebió en el Evangelio su “opción por los pobres”. La hizo carne de su carne y vida de su vida. En él la “opción por los pobres” es un compromiso extremo, visible y creíble.
En el Mato Grosso se encontró Don Pedro con tal clima de opresión e interrogado por el Evangelio de Jesús, se sintió, en conciencia, obligado a responder con la “opción por los pobres” y la práctica de la Teología de la Liberación.
La opresión de los pobres induce a los teólogos ideólogos de la Teología de la Liberación a pensar y buscar formas y teorías teológicas de liberación y a Don Pedro a la práctica diaria de las mismas.
Casaldáliga, místico, escritor y poeta
Retirado del mundo, exiliado voluntario en el Mato Grosso, a miles de kilómetros de su tierra natal, a la que no volverá nunca, alimenta una profunda vida interior unida a un compromiso extremo.
Casaldáliga no se aísla de los problemas y esperanzas de sus conciudadanos, no practica una espiritualidad cerrada en la soledad de sí mismo; su espiritualidad es un puente entre la realidad circundante a la que intenta liberar y la propia realización personal como hombre y como cristiano.
Es un místico que vive anclado en la realidad de su tierra, un prolífico escritor y un poeta que describe esta realidad en versos sublimes.
Casaldáliga y el Vaticano
Casaldáliga decidió no salir de Brasil porque tenía miedo de que las autoridades militares no le permitiesen la entrada cuando volviese.
No obstante, salió a Nicaragua para solidarizarse con el sacerdote Miguel de Escoto, que estaba en huelga de hambre para denunciar la intervención de EEUU.
Hizo un comunicado de solidaridad que fue firmado por 23 obispos brasileños, dos pastores evangélicos y más de 200 entidades y personalidades. Antes de volver a Brasil, visitó El Salvador y Cuba.
Estas visitas dificultaron sus relaciones con el Vaticano.
Pablo VI le había defendido contra las amenazas de muerte y de expulsión por la dictadura militar y los terratenientes.
Juan Pablo II desconfiaba de la Teología de la Liberación y se distanció de los obispos y sacerdotes que la apoyaban. En 1986, el Vaticano pidió a Casaldáliga que fuese a Roma, junto al grupo de obispos brasileños, para la visita ad limina.
Casaldáliga no aceptó y redactó una extensa carta, dirigida a Juan Pablo II, de la que copio unos párrafos:
Apreciado papa Juan Pablo II, hermano en Jesucristo y Pastor de nuestra Iglesia: Hace mucho que os quería escribir esta carta y hace mucho que la escribo y medito en la oración. Me gustaría que fuera un coloquio fraterno – en sinceridad humana y con libertad de espíritu, así como un gesto de servicio de un obispo para con el papa de Roma, que es Pedro para mi fe”...
“Me ha parecido que sólo un contacto sosegado y personal entre nosotros dos, me daría la posibilidad de acercarme verdaderamente a Vos. La otra forma de encontrarnos ya está garantizada: cada día oro por Vos, apreciado hermano Juan Pablo”.
Sigue detallando las críticas y peticiones que hace a la Iglesia y contesta a las críticas recibidas por su viaje a Nicaragua y Cuba, añadiendo, antes de despedirse: “Si Vos lo consideráis oportuno, podríais indicarme una fecha aproximada para visitaros personalmente”.
La audiencia particular con Juan Pablo II fue el 21 de junio de 1988. Antes fue recibido por los cardenales Ratzinger y Dantim, quien le dijo “tenemos serias advertencias que os haremos el cardenal Ratzinger y yo mismo”. Le presentaron un documento para que lo firmase. Él pidió tiempo para consultarlo y pensarlo bien, pues no estaba obligado a firmarlo.
La audiencia con el Papa duró unos 15 minutos. Hablaron de los problemas de la región del Mato Grosso y de la situación que se vivía en Brasil. El Papa insistió, varias veces, en las importancia de la unidad de la Iglesia y Casaldáliga le refirió la propuesta hecha por los cardenales de que firmase un documento, a lo que él no estaba dispuesto por considerarlo una desconfianza.
Dos meses después, ya en Mata Grosso, recibió un documento, relacionado con la visita, que debía firmar. Era un texto muy crítico con la Teología de la Liberación y le imponía un gran número de restricciones y prohibiciones.
No firmó y comentó: “Las prohibiciones eran tan amplias que si hubiera firmado me habría quedado en una situación de inferioridad respecto a cualquier presbítero o diácono, además de renunciar al ministerio de la Palabra”.
El hecho no tuvo consecuencias mayores porque la Conferencia Episcopal Brasileña puso en juego sus oficios ante el Vaticano.
Don Pedro Casaldáliga no ha vuelto a Roma, sigue soñando con la Iglesia deseada.
Situación actual de Don Pedro Casaldáliga
Es un anciano de 86 años, obispo emérito de Sao Felix de Araguaia limitado por el Parkinson. Un obispo de frontera con posibles excesos y grandes logros, perseguido y odiado por los latifundistas y arropado por la gente sencilla, humilde y pobre de esta tierra a la que ha dedicado lo mejor de su vida y en la que quiere reposar cuando el Padre le llame a la morada eterna. Este artículo lo escribí el 16 de Septiembre de 2014.
Fallecimiento de Don Pedro Casaldáliga
Estaba en Batatais, Estado de Sao Paulo, Brasil; pasó a la casa del Padre el día 8 de Agosto de 2020.
¡¡Vive para siempre con el Señor!!
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