Para la composición de la Biblia se emplearon tres lenguas: la hebrea, la aramea y la griega.
* El hebreo era la lengua propia del Pueblo de Israel.
* El arameo comenzó a introducirse en Israel hacia los siglos IV y III antes de Cristo y lo hizo con tanta fuerza, que llegó a suplantar a la lengua hebrea. Jesús hablaba con el pueblo en uno de los dialectos arameos.
* El griego no era un griego clásico, sino un griego popular, vulgar y corriente, llamado Koiné = común, que usaba el hombre de la calle.
Esquema que indica la lengua en la que fueron escritos los libros de la Biblia:
Antiguo Testamento
Daniel: hebreo, con fragmentos arameos y griegos
Esdras: hebreo, con inserción de algunos documentos en arameo
Ester: hebreo, con fragmentos griegos
1 Macabeos: hebreo. 2 Macabeos: griego
Tobías y Judit: hebreo o arameo
Sabiduría: griego
Todos los demás libros: hebreo
Nuevo Testamento
San Mateo: arameo
Todos los demás libros: griego
Versiones de la Biblia
A lo largo de los siglos, se han hecho innumerables versiones de la Biblia. Entre las más antiguas –que son las que más interesan - hay dos muy importantes: la de los "Setenta" y la Vulgata.
* La versión de los Setenta. Incluye todos los libros del Antiguo Testamento. Fue realizada, al griego, por 70 sabios de Israel, entre los siglos III y I antes de nuestra era, estuvo destinada a los judíos de la Diáspora, es decir, a las comunidades judías que vivían en el mundo grecorromano, especialmente de Alejandría y que ya habían olvidado la lengua hebrea. En cualquier caso, esta traducción fue importante para los judíos que hablaban el griego y que más tarde se extendieron por los países mediterráneos, preparando así el ambiente para el Evangelio.
• La versión de la Vulgata. Esta versión fue hecha en latín por San Jerónimo en el siglo IV en Belén. Partió de una necesidad, como la de los Setenta. Durante los dos primeros siglos se utilizaba en la Iglesia el griego popular, que era el que se hablaba en el imperio romano. Pero en el siglo III, se fue imponiendo el latín en Occidente. Por esa razón la tradujo San Jerónimo al latín. El Concilio de Trento la reconoció solemnemente como la versión oficial latina sin negar por eso, el valor de otras versiones.
Textos originales y copias de los libros bíblicos
No existen los textos autógrafos de la Biblia, los escritos por la propia mano del autor de cada uno de sus libros. Cuando se habla de "originales", se refiere a las lenguas hebreo, arameo y griego, en que fueron escritos.
Las copias manuscritas
Para la copias de la Biblia se emplearon dos tipos de material: el papiro y el pergamino.
El papiro (usado en Egipto desde el año 3.000 antes de Cristo). Se fabrica partiendo de una planta acuática –caña o junco- que se da sobre todo en el Delta del Nilo. Se abría primero el tallo de la planta y luego se prensaba; las láminas así obtenidas se entrecruzaban, se aplastaban y se secaban. Por lo regular se escribía sólo por la parte interior. Se han conservado muchos papiros de Egipto gracias a su clima seco. Constituyen el testimonio más antiguo en el ámbito de manuscritos bíblicos.
El pergamino se forma con la piel de ovejas o corderos, preparada con una técnica especial que, hacia el año 100 después de Cristo, fue perfeccionada en Pérgamo, al norte de Éfeso. Fue muy difundido por los persas. En el Nuevo Testamento tenemos un testimonio de su uso:: "Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en casa de Carpio, y los libros, sobre todo, los pergaminos" 2 Tim 4, 13.
Del siglo IV después de Cristo en adelante fue muy común. Es un material mucho más resistente, pero, a la vez, más caro.
Formato de los papiros y pergaminos
El rollo es una larga tira de papiro o piel, reforzada en las extremidades con dos varas que servían para enrollarla (Cfr. Lc 4, 16-20; Jr 36). Aún en nuestros tiempos, los judíos utilizan los rollos.
El códice o libro ordinario (más común en pergaminos) fue empleado por los cristianos desde el siglo II y por los judíos, más tarde, parece que a partir del siglo VII.
Los códices griegos se distinguen en unciales o mayúsculos y minúsculos. Los primeros son de letras mayúsculas continuas, más difíciles de leer por no haber separación entre las palabras; estuvieron en boga hasta el siglo X u XI; hay algo más de 250 de ellos. Los segundos son de letras minúsculas, más fáciles de leer porque se da la separación entre las palabras. Empiezan a utilizarse a partir del siglo IX después de Cristo y se multiplican desde el siglo XI; son alrededor de 2.600.
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