¿Qué entendemos por la providencia de Dios? (1)
El conjunto de disposiciones por las que Dios conduce a
sus criaturas a la perfección última a la que les tiene destinadas.
Somos peregrinos en estado de vía, no de término.
¿A qué o a quiénes se extiende la divina providencia?
¿A qué o a quiénes se extiende la divina providencia?
A todo y a todos; desde las cosas más pequeñas hasta los
grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Si lees los salmos 138, 1-17; 23; 33, 13-22;
34; y Ecco 11, 14-17, encontrarás la actitud maravillada del salmista ante el
manto de la divina providencia sobre el mundo y sobre todas las cosas y vidas
que lo pueblan.
La providencia divina para la vida de los
creyentes implica dos actitudes fundamentales e inseparables:
Confianza filial: “No andeis preocupados, bien sabe vuestro Padre celestial todo lo que necesitáis” (Mt 6, 31-32) Sabemos que Dios es fiel, que no falla nunca y da a cada uno lo que necesita. Como seres humanos, tenemos necesidades humanas y para cubrirlas necesitamos bienes económicos. También sabemos que, una vez cubiertas las necesidades primarias, hemos de pensar en los que no las tienen y en que todos tenemos unas necesidades de orden superior, que deben acaparar más nuestro empeño.
Confianza filial: “No andeis preocupados, bien sabe vuestro Padre celestial todo lo que necesitáis” (Mt 6, 31-32) Sabemos que Dios es fiel, que no falla nunca y da a cada uno lo que necesita. Como seres humanos, tenemos necesidades humanas y para cubrirlas necesitamos bienes económicos. También sabemos que, una vez cubiertas las necesidades primarias, hemos de pensar en los que no las tienen y en que todos tenemos unas necesidades de orden superior, que deben acaparar más nuestro empeño.
La confianza filial se prueba en la tribulación “Nos
gloriamos hasta en las tribulaciones” (Rom 5, 3) La confianza
filial, igual que la amistad, se prueba en los tiempos difíciles. Cuando todo
es bonanza abundan los amigos y es muy fácil pensar que tenemos mucha confianza
en el Señor. Bien está, pero, no nos engañemos, no sabremos si esa confianza es
sincera hasta que sea probada con el sufrimiento y la tribulación.
Las pruebas de la enfermedad y la desgracia son el crisol
de nuestras amistades humanas y de nuestras confianzas con Dios. No es
admisible que, para muchos, Dios sea bueno y providente cuando les va todo a
pedir de boca; entonces, son las más católicos y los más creyentes. Pero,
cuando se cruzan con la prueba, en forma de dolor, enfermedad, vuelco económico
o de cualquier otro tipo, echan la culpa a Dios de todos sus males, se encaran
con Él y le interrogan diciendo: ¿por qué a mi?
Muchos, hasta dicen que han perdido la fe. Pienso, más bien, que la tenían apagada, aunque sólo Dios puede medir la fe de cada uno.
Muchos, hasta dicen que han perdido la fe. Pienso, más bien, que la tenían apagada, aunque sólo Dios puede medir la fe de cada uno.
La confianza filial no impone pasividad, sino que quiere
librarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupación. Dice la regla 20
de San Benito:
ORA ET LABORA. Orad como si todo dependiera de Dios y trabajad como si todo dependiera de vosotros.
Esfuerzo pleno: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo eso se os dará por añadidura” (Mt 6, 33.)
ORA ET LABORA. Orad como si todo dependiera de Dios y trabajad como si todo dependiera de vosotros.
Esfuerzo pleno: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo eso se os dará por añadidura” (Mt 6, 33.)
Él nos
ha hecho cooperadores suyos en la implantación del Reino, “porque nosotros
sólo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificación de
Dios” (I Cor 3, 9).
Somos
meros administradores de los bienes que Dios nos ha confiado, para conservarlos
y aumentarlos para nuestro propio bien y el de nuestros hermanos los hombres.
La
confianza en Dios, lejos de llevarnos a cruzar los brazos y permanecer en la
inactividad, nos impele a actuar bajo la mirada amorosa del Padre que vigila a
los trabajadores de su viña.
Dios
actúa en las obras de sus criaturas, “Dios es el que obra en vosotros el
querer y el obrar según su beneplácito” (Flp 2, 13)
Para
dar fruto hay que estar unidos a Dios, como los sarmientos a la vid, “Yo soy
la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5) “Maestro, toda
la noche hemos trabajado y no hemos pescado nada, mas porque tú lo dices,
echaré las redes” (Lc 5, 5)
Los
creyentes en Jesús echamos nuestras redes al mar de la vida fiados de Él y
unidos a Él. Sabemos que sólo así obtendremos pesca abundante.
(1)(CIC 302 y sigtes.)
NOTA: Este tema lo tenía escrito hace algún tiempo, lo publico ahora porque creo que la Providencia de Dios se ha manifestado en la elección del Papa Francisco.
NOTA: Este tema lo tenía escrito hace algún tiempo, lo publico ahora porque creo que la Providencia de Dios se ha manifestado en la elección del Papa Francisco.
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