Introducción
El
Pentateuco, al
que los judíos llaman La
Thorá o ,
es el primero de los 73 libros de Consta de 5 libros:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Su fin
general es exponer cómo Dios escogió para sí al pueblo de Israel y
lo formó para la venida de Jesucristo, de tal modo que, en realidad,
es Jesucristo el que se vislumbra a través del misterioso destino
del pueblo escogido.
El
autor del Pentateuco es Moisés, profeta y organizador del pueblo de
Israel, así lo sostienen la tradición judía y cristiana.
El
mismo Jesús habla del “Libro de Moisés” (Mc 12,26), de la “Ley
de Moisés” (Lc 24,44) atribuye a Moisés los preceptos del
Pentateuco (Mt 8,4;Mc 7,10; 10,5; Lc 5,14;20,28; Jn 7,19;)
y dice en Juan “Vuestro acusador es Moisés, en quien
habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me
creeríais también a Mí, pues de mí escribió él”.
Hay
que admitir, sin embargo, la posibilidad de que Moisés se sirviese
de fuentes ya existentes y que el Pentateuco, en el decurso de los
siglos, haya experimentado ciertas adiciones accidentales,
introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios, sustitución
de palabras y formas arcaicas, variantes debidas a los copistas, etc.
Génesis significa
“generación” u origen. Contiene los misterios de la prehistoria
y los comienzos del Reino de Dios sobre la t+Tierra. Describe las
creación del universo y del hombre, la caída de los primeros
padres, la corrupción general, la historia de Noé y el diluvio.
Luego
el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre de
Babel, la separación de Abraham de su pueblo y la historia de este
patriarca y de sus descendientes: Isaac, Jacob y José, para terminar
con la bendición de Jacob, su muerte y la de su hijo José.
En
esta sucesión de acontecimientos históricos van intercaladas las
grandes promesas mesiánicas con las que Dios despertaba la esperanza
de los patriarcas, depositarios de primitiva.
Éxodo, es
decir, “salida. Entre el Génesis y el Éxodo median varios siglos,
tantos como los hijos de Jacob estuvieron en el país de los
Faraones. El autor sagrado describe la opresión de los israelitas;
la historia del nacimiento de4 Moisés, su salvación de las aguas
del Nilo, su huída al desierto y la aparición de Dios en la zarza.
En
la segunda parte, la liberación del pueblo de Israel y su salida de
Egipto, las entrevistas de Moisés con el Faraón, las diez plagas,
el paso del Mar Rojo, la promulgación de de Dios en el
Sinaí, la construcción del Tabernáculo, la institución del
sacerdocio de
Levítico, de
Leví, padre de la tribu sacerdotal. Trata de los sacrificios,
disposiciones sobre los sacerdotes, el culto y los objetos sagrados.
Habla de las purificaciones, de algunas prohibiciones, los
impedimentos matrimoniales, los castigos de ciertos pecados y los
votos y diezmos.
Números, en
su primer capítulo refiere el censo llevado a cabo después de
concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del monte
de Dios. Se proclaman leyes sobre los nazareos y disposiciones sobre
la formación del campamento y el orden de las marchas.
Casi
todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el
último año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los
sucesos de los 38 años precedentes.
Al
final, se añade el catálogo de las estaciones durante la marcha a
través del desierto y se dan a conocer varios preceptos sobre la
ocupación de la tierra de promisión.
Deuteronomio es,
como expresa su nombre, la “segunda Ley”, una recapitulación,
explicación y ampliación de de Moisés, El profeta,
antes de reunirse con sus padres, desarrolla en la campiña de Moab
en varios discursos, la historia
del pueblo escogido, inculcándole los mandamientos divinos.
En
el primero, (1 – 4,43), echa una mirada retrospectiva sobre los
acontecimientos en el desierto, agregando algunas exhortaciones
prácticas y unas magníficas enseñanzas.
En
el segundo discurso (4,44 -11,32) y en la parte legislativa (caps 12
– 26), repasa las leyes anteriores, haciendo las
exhortaciones necesarias para su cumplimiento y añadiendo numerosos
preceptos complementarios.
Los
dos últimos discursos (Cap 27 – 30) tienen por objeto renovar con
Dios, lo que, según las disposiciones de Moisés, ha de realizarse
después de entrar el pueblo en el país de Canaán.
Los
capítulos 31-34 contienen el nombramiento de Josué como sucesor de
Moisés, el cántico profético de éste, su bendición y una breve
nota sobre su muerte.
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