jueves, 11 de abril de 2013

89.- LA BIBLIA HEBREA Y LA BIBLIA CRISTIANA

   

Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo suponen una sociedad, una comunidad, en la que existían unas creencias, una historia y una tradición. Esta idea es importante para la recta interpretación de toda la Biblia.

Importancia de la “tradición” 
En la parte del Antiguo Testamento,  la tradición no creó las concepciones creyentes de Israel, ni fue la que infundió esa fe al pueblo, sino que, por el contrario, los libros sagrados son el eco de la fe de los "hijos de Abraham" y de los "hijos de Israel."
Los israelitas tuvieron, ya desde el tiempo de sus patriarcas, una tradición creyente de tipo oral, que ciertamente no era abundante ni acabada en todos sus detalles, pero que fue el cimiento del edificio posterior de la fe.  Lo que nosotros llamamos hoy Antiguo Testamento eran relatos históricos, poesía religiosa, cantares, profecías y enseñanzas que se venían transmitiendo por tradición oral. 
Quizá fue en tiempos de  Josué cuando se pusieron por escrito, las palabras que circulaban como de Moisés. Veintidós años después de que profetizase Jeremías se pusieron por escrito sus palabras proféticas. Y Esdras (después del año .C) dictó muchas cosas que hasta entonces se habían transmitido principalmente por vía oral para que en el futuro los judíos, vueltos de la cautividad de Babilonia, tuvieran una guía segura. 
Los libros bíblicos no han conservado el texto primitivo; en su forma actual, son el resultado de muchas fuentes y de distintas redacciones. Esto confirma la idea de que lo realmente decisivo, desde el principio, fue la comunidad, con sus necesidades, sus usos y sus tradiciones, y que, sólo tras largo período de tradiciones orales, se llegó a los textos escritos, que poco a poco se fueron reuniendo en libros.

El Nuevo Testamento nació por la convivencia y el intercambio directo de Jesús con los apóstoles, y que éstos, en relatos orales o catequesis, transmitieron a las iglesias que iban creando. Al cabo de unas décadas se pusieron por escrito algunas cosas, no todas, de las muchas narradas por los apóstoles en sus catequesis . Por lo tanto, no todo lo dicho y hecho por Jesús está escrito en , tal como dice el Apóstol, al final de  su Evangelio: “Muchas otras cosas hizo Jesús…” Jn  

El Depósito de la fe del NT comprende  y los textos bíblicos del NT que contienen el eco de la parte más importante de  Iglesia es poseedora de la plenitud de la tradición. Todo el depósito de la fe  es custodiado por , en cuyo seno nació. Por eso, en caso de duda en su interpretación, sólo la Iglesia verdadera puede decir lo que enseñan las palabras de los escritos bíblicos con la luz de  radica la necesidad del episcopado canónico de  y el Magisterio de   

 Biblia de los judíos 
Para el judaísmo  entera es sólo lo que los cristianos denominamos Antiguo Testamento. Para ellos, lógicamente, el "Nuevo Testamento" no pertenece a su Biblia. 
Los judíos  tenían dos cánones o conjunto de libros del AT: Un “canon corto”, el de Palestina, utilizado en Israel y escrito en hebreo, con 39 libros y un “canon largo”, el de Alejandría,  escrito en griego, que era utilizado por los judíos que vivían diseminados por el Imperio, fuera de Israel, y que ya no hablaban el hebreo.
Los judíos de la dispersión primero y luego los cristianos, que no entendían la lengua original de los libros sagrados, se procuraron versiones de ellos en su lengua vulgar para poder leerlos en los sinagogas y en las iglesias. A los judíos de Alejandría se debe la primera y más antigua versión de  hebrea al griego, hecha por varios autores, entre los siglos III y I antes de Cristo. 
Esta versión es llamada “Versión de los LXX”, por haber sido hecha por 70 sabios judíos. Este es el  “canon largo”, o de Alejandría, que consta de 46 libros y que fue utilizada por los Apóstoles en las iglesias fundadas por ellos. La diferencia entre uno y otro canon son siete libros: Judit, Tobías, I y II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, y algunos trozos de Daniel y Esther

 Biblia de los cristianos 
Para los cristianos, el Antiguo y el Nuevo Testamento forman una sola Biblia. Los cristianos del tiempo de los apóstoles y de sus discípulos inmediatos sólo tenían, por escrito, los rollos y papiros del Antiguo Testamento, es decir, de la vieja Biblia judía; estos y lo que oían sobre los hechos y dichos de Jesús en las catequesis de los apóstoles eran sus dos fuentes de  divina.  
En esta doble fuente aprendieron los primeros cristianos que el mensaje bíblico del Antiguo Testamento, a lo largo de 1200 años, había preparado el terreno a la venida del Mesías, que se hizo realidad en Jesucristo. El núcleo de la predicación de  judía es la venida del Reino de Dios. Jesús fue el personaje central de esa predicación. Como tal fue proclamado entre los primeros cristianos. Y cuando, en el curso de los primeros 60-70 años tras la muerte de Jesús, se escribieron cartas y libros sobre su predicación, el propósito de tales escritos era anunciar a Jesús y con él el reino de Dios. 
Así se formó la colección del Nuevo Testamento. Los primeros cristianos aprendieron de labios de   los apóstoles todo lo que éstos habían escuchado a Jesús y los hechos que hizo en su presencia; se formó así, en su memoria colectiva, un conjunto de dichos y hechos de Jesús que constituyeron  cristiana. 
Esto escribió San Pablo en dos de sus cartas:“Practicad lo que habéis aprendido y recibido y habéis oído y visto en mí” (Flp 4, 9)  “Os he transmitido lo que yo mismo he recibido” (I Cor 15, 3)          

                                                               



                                                                                    


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