Tanto
el Antiguo Testamento como el Nuevo suponen una sociedad, una
comunidad, en la que existían unas creencias, una historia y una
tradición. Esta idea es importante para la
recta interpretación de toda la Biblia.
Importancia de
la “tradición”
En
la parte del Antiguo Testamento,
la tradición no creó las concepciones creyentes de Israel, ni fue
la que infundió esa fe al pueblo, sino que, por el contrario, los
libros sagrados son el eco de la fe de los "hijos de Abraham"
y de los "hijos de Israel."
Los
israelitas tuvieron, ya desde el tiempo de sus patriarcas, una
tradición creyente de tipo oral, que ciertamente no era abundante ni
acabada en todos sus detalles, pero que fue el cimiento del
edificio posterior de la fe. Lo que nosotros llamamos hoy
Antiguo Testamento eran relatos históricos, poesía religiosa,
cantares, profecías y enseñanzas que se venían transmitiendo por
tradición oral.
Quizá
fue en tiempos de Josué cuando se pusieron por escrito, las
palabras que circulaban como de Moisés. Veintidós años después de
que profetizase Jeremías se pusieron por escrito sus palabras
proféticas. Y Esdras (después del año .C) dictó muchas cosas
que hasta entonces se habían transmitido principalmente por vía
oral para que en el futuro los judíos, vueltos de la cautividad de
Babilonia, tuvieran una guía segura.
Los
libros bíblicos no han conservado el texto primitivo; en su forma
actual, son el resultado de muchas fuentes y de distintas
redacciones. Esto confirma la idea de que lo realmente decisivo,
desde el principio, fue la comunidad, con sus necesidades, sus usos y
sus tradiciones, y que, sólo tras largo período de tradiciones
orales, se llegó a los textos escritos, que poco a poco se fueron
reuniendo en libros.
El
Nuevo Testamento nació por la convivencia y el
intercambio directo de Jesús con los apóstoles, y que éstos, en
relatos orales o catequesis, transmitieron a las iglesias que iban
creando. Al cabo de unas décadas se pusieron por escrito algunas
cosas, no todas, de las muchas narradas por los apóstoles en sus
catequesis . Por lo tanto, no todo lo dicho y hecho por Jesús está
escrito en , tal como dice el Apóstol, al final de su
Evangelio: “Muchas otras cosas hizo Jesús…” Jn
El Depósito
de la fe del NT comprende y los textos
bíblicos del NT que contienen el eco de la parte más importante
de Iglesia es poseedora de la plenitud de la tradición.
Todo el depósito de la fe es custodiado por , en cuyo
seno nació. Por eso, en caso de duda en su interpretación, sólo
la Iglesia verdadera puede decir lo que enseñan las
palabras de los escritos bíblicos con la luz de radica la
necesidad del episcopado canónico de y el
Magisterio de
Biblia
de los judíos
Para
el judaísmo entera es sólo lo que los cristianos
denominamos Antiguo Testamento. Para ellos, lógicamente, el
"Nuevo Testamento" no pertenece a su Biblia.
Los judíos tenían
dos cánones o conjunto de libros del AT: Un “canon corto”,
el de Palestina, utilizado en Israel y escrito en hebreo, con 39
libros y un “canon largo”, el de Alejandría,
escrito en griego, que era utilizado por los judíos que vivían
diseminados por el Imperio, fuera de Israel, y que ya no hablaban el
hebreo.
Los
judíos de la dispersión primero y luego los cristianos, que no
entendían la lengua original de los libros sagrados, se procuraron
versiones de ellos en su lengua vulgar para poder leerlos en los
sinagogas y en las iglesias. A los judíos de Alejandría se debe la
primera y más antigua versión de hebrea al griego, hecha
por varios autores, entre los siglos III y I antes de Cristo.
Esta
versión es llamada “Versión de los
LXX”, por haber sido hecha por 70 sabios judíos. Este
es el “canon largo”, o de Alejandría, que
consta de 46 libros y que fue utilizada por los Apóstoles en las
iglesias fundadas por ellos. La diferencia entre uno y otro canon son
siete libros: Judit, Tobías, I y II Macabeos, Sabiduría,
Eclesiástico, Baruc, y algunos trozos de Daniel y Esther.
Biblia
de
los cristianos
Para
los cristianos, el Antiguo y el Nuevo Testamento forman una sola
Biblia. Los cristianos del tiempo de los apóstoles y de sus
discípulos inmediatos sólo tenían, por escrito, los rollos y
papiros del Antiguo Testamento, es decir, de la vieja Biblia
judía; estos y lo que oían sobre los hechos y dichos de Jesús en
las catequesis de los apóstoles eran sus dos fuentes de divina.
En
esta doble fuente aprendieron los primeros cristianos que el mensaje
bíblico del Antiguo Testamento, a lo largo de 1200 años, había
preparado el terreno a la venida del Mesías, que se hizo realidad en
Jesucristo. El núcleo de la predicación de judía es la
venida del Reino de Dios. Jesús fue el personaje central de esa
predicación. Como tal fue proclamado entre los primeros cristianos.
Y cuando, en el curso de los primeros 60-70 años tras la muerte de
Jesús, se escribieron cartas y libros sobre su predicación, el
propósito de tales escritos era anunciar
a Jesús y con él el reino de Dios.
Así
se formó la colección del Nuevo Testamento. Los primeros cristianos
aprendieron de labios de los apóstoles todo lo que éstos
habían escuchado a Jesús y los hechos que hizo en su presencia; se
formó así, en su memoria colectiva, un conjunto de dichos y hechos
de Jesús que constituyeron cristiana.
Esto
escribió San Pablo en dos de sus cartas:“Practicad lo
que habéis aprendido y recibido y habéis oído y visto en mí”
(Flp 4, 9) “Os he transmitido lo que yo mismo he
recibido” (I Cor 15, 3)
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