sábado, 13 de octubre de 2012

44.- LA CONCIENCIA MORAL


 ¿Qué es la conciencia moral?

El ser humano, incluso el más depravado, descubre, en lo profundo de su ser, una ley que él no se ha dado a sí mismo, a la que debe obedecer porque le llama siempre a hacer el bien y a evitar el mal. Esta ley es la conciencia moral, según la cual la persona emite el juicio de la razón por el que reconoce la cualidad moral de un acto concreto que ha hecho, está haciendo o piensa hacer .
Autoridad de la conciencia
La conciencia es una ley inscrita por Dios en cada persona. Es la “voz” de Dios. Mediante el dictamen de la propia conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley de Dios.
Hablando de la conciencia, escribió el cardenal Newman: “La conciencia es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza. La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, nos habla a través de ese velo, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo”.
La conciencia moral es el núcleo más secreto y sagrado del ser humano, en el que está solo con Dios. Nadie tiene derecho a violar el recinto sagrado de la conciencia de las personas. 

Derecho a obrar en conciencia

El ser humano tiene derecho a poder obrar siempre según el criterio de su conciencia, tomando personalmente sus decisiones  [1]  

Nadie debe obligar a otro a actuar en contra de su conciencia, cuando esto se hace se le está privando de uno de los derechos más importantes de toda persona como es el derecho a la libertad religiosa.
“La libertad religiosa consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales o de cualquier potestad humana, y esto de tal manera, que en materia religiosa no se obligue a nadie a obrar en contra de su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella”[2]

 La objeción de conciencia

A veces, determinadas leyes humanas chocan con el juicio de la conciencia de los individuos porque son leyes injustas o porque toman medidas contrarias al orden moral, por ejemplo: la ley civil que permite el aborto en los supuestos regulados por la misma ley. En estos casos, los ciudadanos tienen la obligación en conciencia de no secundarlas.
El servicio fiel de la comunidad no debe oponerse al servicio de Dios; si se opone, el creyente deberá recordar las palabras del Señor: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21) y el mandato de la Sagrada Escritura: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29)

 Clases de conciencias:

Recta, cuando su dictamen es conforme con la verdad objetiva según la razón y la ley divina.       
Errónea, cuando su dictamen no es conforme con la verdad objetiva, según la razón y la ley divina La verdad objetiva hace referencia al objeto en sí y la verdad subjetiva a la percepción que tiene el sujeto.
Laxa, cuando habiendo falta, la disminuye o no la admite.  
Estrecha, cuando no habiendo falta, cree que la hay. Esta conciencia se suele dar mucho en las personas escrupulosas.

Cierta, cuando su dictamen es firme y seguro. 
Probable, cuando su dictamen es vacilante.



[1]  (Catecismo de la Iglesia Católica nº 1782)
[2]  (Concilio Vaticano II.  Declaración sobre la libertad religiosa, 2)

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