domingo, 14 de octubre de 2012

46.- LA CONCIENCIA Y LA LEY


La naturaleza humana
Al reflexionar sobre la naturaleza humana como fuente de normas de conducta, lo podemos hacer bajo dos puntos de vistas muy distintos:
1º. Preguntándonos ¿qué mueve a los hombres a obrar? 
Así lo hicieron los sofistas, los hedonistas y Epicuro, entre otros, y respondieron: Lo que mueve al hombre a obrar es la consecución del placer y el alejamiento del dolor. Es la llamada “Etica de los móviles”.

2º. Preguntándonos, ¿cuál es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano? 
Es la línea seguida por Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, entre otros. Su respuesta es: El ser humano está orientado al fin de conseguir su perfeccionamiento y plenitud. Es la llamada “Ética de los fines”.
 El ser humano posee ciertas tendencias enraizadas en su propia naturaleza, las cuales marcan su línea de conducta, orientándola al fin específico de su perfeccionamiento y plenitud. 

La ley natural 
El hombre se distingue del resto de los animales por su racionalidad, porque sólo él es capaz de conocer sus propias tendencias y, por tanto, deducir ciertas normas de conducta acordes con su propia naturaleza. Estas normas generales constituyen la ley natural.
La ley natural está impresa por Dios en la conciencia de todos los seres humanos. Por muy incultos o analfabetos que puedan ser, su conciencia les dirá siempre lo que está bien o está mal, en relación con los principios más generales.

Contenido de la ley natural
Comprende el precepto de las cosas que son necesariamente honestas y la prohibición de todas las que son intrínsecamente malas.
Santo Tomás agrupa el contenido de la ley natural en tres órdenes de tendencias:
1º. En cuanto que el hombre es ser, tiende a conservar su propia existencia y nace el deber de la propia conservación.
2º. En cuanto animal, el hombre tiende a conservar su especie y nacen las normas relativas a la procreación y cuidado de los hijos.
3º. En cuanto racional, el hombre tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad. Surgen las obligaciones morales de buscar la verdad y respetar la justicia para lograr una convivencia específicamente humana, que no pueda confundirse con la de la manada o el rebaño.

Propiedades de la ley natural.
El contenido de la ley natural ha de ser:
Evidente, es decir, fácilmente cognoscible por todos.
Universal, común a todos los seres humanos, no obstante la diversidad racial, cultural o temporal.
Inmutable, su contenido debe ser constante a través del tiempo en sus formulaciones generales.
La dificultad surgirá en la adaptación de los principios generales a los casos concretos, pues ya no se verán tan evidentes, tan universales y tan inmutables.

La ley positiva
La divina, dada por Dios en el Antiguo Testamento y por Cristo en el Nuevo.
La humano-eclesiástica, promulgada por la autoridad de la Iglesia para el gobierno de sus fieles en orden a su santificación.
La humano-civil,  promulgada por la autoridad civil para el gobierno de la sociedad en orden al bien común.

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