Acto
moral es el mismo acto humano calificado moralmente, es decir, según su
relación de conformidad o de disconformidad con la norma de moralidad.
Hay
actos moralmente buenos y actos moralmente malos; y hay actitudes moralmente
buenas, que llamamos virtudes y actitudes moralmente malas, que llamamos
vicios.
El
acto es la acción. La actitud es la
disposición a comportarse u obrar.
Norma
de moralidad
La
norma de moralidad puede ser objetiva y subjetiva.
Objetiva, es la naturaleza divina manifestada por
la ley eterna, la natural y la positiva.
Subjetiva, es la naturaleza racional humana en
cuanto tal, en todos sus aspectos y relaciones con los demás seres, tal como lo
manifiesta el juicio práctico de la conciencia.
La moralidad, en su
concepto más genuino, es subjetiva ya que, acompañando a todos los actos
humanos en sus elementos de discernimiento, voluntariedad y libertad, hace que
sean o no conformes con el juicio práctico de la conciencia.
Los
actos humanos tienden a sus objetos, no como éstos son en sí mismos, sino tal
como los aprehende el entendimiento. Así puede suceder que un mismo acto sea
bueno por razón de su objeto moral (moralidad objetiva) y malo por razón de
cómo es aprehendido ese objeto por el entendimiento de una persona concreta
(moralidad subjetiva).
Ejemplo
Una
esposa entrega en limosna un dinero que cree que ha sido robado por su marido;
pero realmente el marido lo ganó a la lotería. La limosna, en cuanto tal, de la
esposa será una buena obra materialmente, pero será una obra mala
subjetivamente, porque si ella creía que el dinero había sido robado, tenía la
obligación de devolverlo a su dueño.
Fuentes
de la moralidad
Son
los elementos de los que se deriva que un acto sea conforme o disconforme con
la norma de moralidad. (CIC 1750 y sgtes).
Las
fuentes de la moralidad son el objeto, el fin y las circunstancias del acto.
El
objeto es aquello que el
entendimiento presenta a la voluntad como materia de su acción. El objeto
constituye la moralidad primaria por aparecer antes que las derivadas del fin y
de las circunstancias.
El
fin o la intención es el
término primero del acto, apunta al bien esperado por el sujeto de la acción
emprendida. La intención puede ordenar una o varias acciones hacia un mismo
objetivo; es más, puede orientar toda una vida hacia el fin último.
Las
circunstancias son
elementos secundarios del acto moral, que contribuyen a agravar o disminuir su
bondad o malicia.
Suelen
enumerarse siete circunstancias: quién, qué cosa, en dónde, con qué medios, por
qué, cómo y cuándo.
Cada
una de estas circunstancias puede desdoblarse en varias preguntas y de cada
respuesta se debe sacar que sea una circunstancia agravante o lo contrario.
Los actos moralmente buenos y los moralmente malos
El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Perseguir una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo bueno (como comprar licores para emborracharse).
Es
erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando sólo la
intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social,
coacción o necesidad de obrar, etc) que son su marco. Hay actos que, por sí y
en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones,
son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto, por ejemplo, el
homicidio.
Anterior: Los actos humanos
Siguiente: Para qué sirve la fe?
Anterior: Los actos humanos
Siguiente: Para qué sirve la fe?
No hay comentarios:
Publicar un comentario