“Príncipes
del pueblo y ancianos... sea manifiesto a todos vosotros y a todo el pueblo de
Israel que, en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros habéis
crucificado, a quien Dios resucitó de entre los muertos, por Él, éste se halla
sano entre vosotros.
La
salvación fuera del cristianismo
La Iglesia renueva su compromiso misionero: “La fe se refuerza donándola.
!Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo!” (RMI 3)
Él es la
piedra rechazada por vosotros los constructores, que ha venido a ser la piedra
angular. En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre nos ha sido dado
por el que podamos ser salvos” (Hch 4, 10-12)
Porque
uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo
Jesús, que se entregó a sí mismo para la redención de todos” (I Tim 2, 5-6)
El Jesús
histórico- bíblico y el Jesús eclesial.
El Jesús
histórico presentado por el Nuevo Testamento y el Jesús presentado por la Iglesia en su predicación,
en la liturgia, en la catequesis y en todo el conjunto de la Tradición viva, ¿son el
mismo? ¿Hay continuidad personal entre el Jesús histórico-bíblico y el Jesús
eclesial?
La
predicación pascual de los Apóstoles se fundamenta y justifica en el Jesús
histórico, cuyos puntos fundamentales son la encarnación, el nacimiento, la
doctrina, la pasión, muerte y resurrección.
Con
honradez y rigor histórico no se puede poner en duda la identidad substancial
entre el Jesús histórico-bíblico y el Jesús eclesial. Entre ambos hay una
inalterable continuidad personal. Con razón, se habla del Cristo
bíblico-eclesial.
Cristo,
Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre.
¿Qué
queremos decir con esto?
Que el designio salvífico de Dios
respecto a toda la humanidad se ha realizado en el misterio de Jesús y de su
comunidad eclesial, sacramento de salvación en la historia.
Que Cristo es la única fuente de
salvación y que por Él adquiere valor cualquier otro atisbo o concreción de
salvación fuera del cristianismo.
Que Cristo no es uno de tantos
mediadores salvíficos, que únicamente lo son en cuanto participan de la
mediación de Jesús; Él es el único y
definitivo mediador, la fuente de toda otra mediación participada.
La
salvación fuera del cristianismo
La
eventual presencia de fe, de gracia y de salvación fuera del cristianismo saca
su valor del acontecimiento de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
La
gracia de Cristo es la causa constitutiva de la salvación de toda la humanidad,
dentro y fuera de la Iglesia.
“Cuanto hay de verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación
del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al
fin tengan la vida” (LG 16) Cristo es el camino, la verdad y la vida en
plenitud. De su fuente ha de beber todo el que desee alcanzar la plenitud de
vida.
Significado
salvífico de las religiones no cristianas
Las
religiones orientales ejercen, en nuestros días, una
especial fascinación para los que buscan una religiosidad nueva, un estilo de
vida alternativo a la existencia vacía y superficial del postmaterialismo
occidental.
Las
religiones no cristianas se redescubren como fuente y
garantía de valores humanos, de identidad e independencia nacional, de paz y de
concordia universal.
El mismo
Concilio Vaticano II ha revalorizado el significado salvífico de las religiones
no cristianas, en cuanto son “semillas del Evangelio”.
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