El canon 333.2 del Código de Derecho Canónico plantea la
posibilidad de que el Papa pueda renunciar y que la renuncia sea válida si es
libre y se manifiesta formalmente. Esto quiere decir que sólo el Papa,
valorando sus razones personales, puede tomar la decisión de dimitir.
Juan Pablo II no dimite
Juan Pablo II, por múltiples motivos, de sobra conocidos,
cuenta con la admiración y el respeto de muchos, tanto creyentes como no
creyentes, y también con el cariño del Pueblo de Dios que ve en él al Pastor
infatigable, al hombre de oración y de acción evangelizadora, al defensor a
ultranza de los valores humanos y religiosos ante una sociedad que tan
fácilmente los conculca.
Juan Pablo II es, además de Papa y antes que Papa, un ser
humano con todas las limitaciones inherentes a esta condición. Después del
atentado, en el que salvó la vida de milagro, ha pasado por múltiples
operaciones, lo que le ha conducido a un estado físico de gran deterioro.
No es de extrañar que, en el mundo católico, muchos se
pregunten por qué no renuncia el Papa. Y se lo preguntan llevados por el amor que tienen a la Iglesia , a la que quieren
servir y que sea servida de la mejor manera posible.
Si hacemos un ejercicio de sincera reflexión hemos de reconocer que, a sus 82 años,
cumplidos hoy, sábado 18 de mayo de 2002 , el Papa está muy disminuido en cuanto
a su condición física, no en la intelectual y mucho menos en la espiritual, que
son las más importantes.
También es justo reconocer que los Cardenales y Obispos
titulares de muchas sedes esparcidas por todo el mundo, una vez que han llegado
a los 75 años o han contraído unas limitaciones físicas que les dificultan su
misión, han presentado su dimisión a la Santa Sede y ésta se las ha admitido, de
conformidad con la normativa del Derecho Canónico.
El Papa es la
Cabeza del Colegio Apostólico y los Obispos sus miembros, si
éstos dimiten, ¿por qué no lo hace el Papa en igualdad de condiciones? La respuesta es clara, porque la decisión es
suya y todavía no la ha tomado.
No parece admisible argüir razones de principio
para la toma de decisión en sentido afirmativo.
En un articulito sobre el tema, firmado por Juan Moya,
leo: “La figura del Papa no se entendería si se le viera sólo como
gobernante de la Iglesia ,
es también el padre espiritual de esta gran familia y ¿qué padre puede dejar de
serlo mientras viva?”.
Estoy de acuerdo con el texto, en todas sus partes; pero,
no en la interpretación que de él hace el autor, que equivale a decir: De
la paternidad no se dimite, luego el Papa no debe dimitir.
¿Es que la paternidad espiritual del Papa sobre todos los
creyentes es mayor que la de los Obispos, que sí dimiten, respecto a sus fieles
diocesanos? ¿Es que los Obispos que dimiten no tienen, también, en virtud de la
colegialidad apostólica y la comunión con su Cabeza, una paternidad espiritual
con todos los creyentes del mundo? ¿Es que, por dimitir, se pierde la
paternidad?
Otra razón de principio aducida es que “Cristo tampoco
dimitió en
la cruz”. Comprendo y admiro que el Papa quiera asemejarse a Cristo
llevando su propia cruz; pero, se trata de la cruz de sus dolores y
limitaciones físicas, no de la cruz del pontificado, que aceptó generosamente
el día de su elección. Renunciar al pontificado no significa renunciar a la cruz
de las carencias físicas; ésta cruz la lleva de por vida y, por cierto, hasta
ahora, con gran dignidad, para asombro y evangelización de muchos.
Tampoco se puede argüir para no dimitir el amor a la Iglesia .
Por una razón elemental: con ello se cae en agravio comparativo con los Obispos que han dimitido, lo que equivaldría a decir que ellos aman menos ala Iglesia. El argumento
del amor se vuelve en contra, ya que, precisamente la dimisión de los Obispos
se produce porque ellos consideran que su mejor servicio a la Iglesia es su renuncia y
permiten con ella que se nombren unos
sucesores más jóvenes y más sanos, que pueden atender mejor a las
necesidades de las diócesis. Renunciar a estar en el candelero y pasar a la
penumbra es, sin duda, una gran muestra de amor a la Iglesia.
Por una razón elemental: con ello se cae en agravio comparativo con los Obispos que han dimitido, lo que equivaldría a decir que ellos aman menos a
En definitiva, creo que están de sobra los argumentos a
favor o en contra de la renuncia papal, porque no debemos olvidar que es el
Espíritu Santo quien inspirará al Papa lo que proceda para el mayor bien de la Iglesia , como lo hizo con
los Cardenales electores cuando Juan Pablo II fue elegido como sucesor de Pedro
a la cátedra de Roma.
(Hasta aquí lo que escribí cuando Juan Pablo II estaba muy
enfermo, pocos días antes de morir)
Benedicto XVI
anuncia su dimisión
"Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es
física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces
tiene en algunas circunstancias el
derecho, y hasta el deber, de dimitir", aseguró el propio Benedicto
XVI en 2010 al periodista alemán Peter Seewald.
Coherente con
su forma de pensar, Benedicto XVI dimitirá el próximo día 28 de febrero de este 2013.
La noticia ha
causado gran sorpresa en todo el mundo, no por creerla imposible, sino por ser
totalmente inusual.
Solamente tres Papas lo han hecho en los más de dos mil años de historia de la Iglesia:
Benedicto IX, el año 1045.
Celestino V, en 1294.
Gregorio XII, en 1415.
No cabe duda que es una decisión sumamente difícil de tomar y, por lo que se ve, muy pocos, poquísimos, la han tomado.
Benedicto XVI sí la ha tomado "por no tener fuerzas para ejercer el cargo."
El gran teólogo del Concilio Vaticano II, tras una vida al servicio de la Iglesia, llega a una ancianidad muy disminuido físicamente y, coherente con sus principios, como puso de manifiesto en 2010, en la entrevista antes citada, rompe con una costumbre de 600 años.... y dimite.
¡¡Chapó!! Ha dado un enorme ejemplo de humildad, de coherencia y de amor a la Iglesia.
Sólo queda decir:
¡¡Gracias, BenedictoXVI!! ¡¡Gracias por todo!!
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Solamente tres Papas lo han hecho en los más de dos mil años de historia de la Iglesia:
Benedicto IX, el año 1045.
Celestino V, en 1294.
Gregorio XII, en 1415.
No cabe duda que es una decisión sumamente difícil de tomar y, por lo que se ve, muy pocos, poquísimos, la han tomado.
Benedicto XVI sí la ha tomado "por no tener fuerzas para ejercer el cargo."
El gran teólogo del Concilio Vaticano II, tras una vida al servicio de la Iglesia, llega a una ancianidad muy disminuido físicamente y, coherente con sus principios, como puso de manifiesto en 2010, en la entrevista antes citada, rompe con una costumbre de 600 años.... y dimite.
¡¡Chapó!! Ha dado un enorme ejemplo de humildad, de coherencia y de amor a la Iglesia.
Sólo queda decir:
¡¡Gracias, BenedictoXVI!! ¡¡Gracias por todo!!
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