La aldea global no sólo produce encuentros en lo económico y cultural, sino también en lo religioso. Con la globalización, ya no hay espacios reservados para una única religión, todos se van haciendo permeables, aunque muchos con enormes dificultades y reticencias.
La historia de la humanidad está llena de luchas fratricidas, fanatismos e intolerancias en los que la religión ha sido su móvil o pretexto.