martes, 6 de septiembre de 2011

10.- LA IGLESIA, UNA Y SANTA POR EL ESPIRITU

“Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica” (Símbolo)
La Iglesia es “una” en virtud del Espíritu
Dice San Ireneo: “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu y donde está el Espíritu, allí está también la Iglesia”.
La relación entre el Espíritu y la Iglesia no es una relación externa, de ayuda o asistencia, sino una relación de edificación y de constitución.
Los creyentes en Jesús somos un solo cuerpo por obra del Espíritu, lo que constituye un misterio de unidad entre el “uno”, que es Cristo y los “muchos”, que somos los creyentes en Él; es, además, un misterio de comunión entre el uno y los muchos y entre los muchos entre sí.
“Hemos sido bautizados en un solo Espíritu para ser un solo cuerpo” (I Cor 12, 13) Somos muchos y separados por fronteras de razas, lenguas y naciones, pero Cristo hace habitar en cada uno el Espíritu del Padre y suyo propio, y este Espíritu es uno e indivisible.

El Espíritu que habita en todos conduce a todos a la unidad espiritual.
“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que se nos ha dado” (Rom 5, 5)
El Espíritu es principio de unidad y de comunión por ser Espíritu de Amor y el amor, por su propia naturaleza, es unidad y comunión.
Jesús se ha encarnado, muerto y resucitado para que se realice esta unidad, para llevar a todos los hombres a la unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu.
“Ruego no sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado” /Jn 17, 20-21)
“Para la Iglesia católica,“la Comunión de los santos” es la manifestación en ellos de la gracia por la que Dios nos hace partícipes de su propia comunión” (UUS 9)
El Espíritu realiza la unidad en la comunión, no sólo en cada uno de los creyentes en relación a los demás, sino también en las iglesias diocesanas en relación a toda la Iglesia.

La unidad y la diversidad de la Iglesia
El Papa, Obispo de Roma y sucesor de Pedro al frente del Colegio Episcopal, todos en comunión entre sí y con Cristo expresan la unidad y la diversidad de la Iglesia.
La Iglesia es una porque es uno el Espíritu que le anima en la práctica de una misma fe, y es diversa, porque este Espíritu se manifiesta en la diversidad de dones y carismas con que edifica y enriquece a cada uno de los fieles y a todo el Pueblo de Dios.

La Iglesia es “santa” en virtud del Espíritu“No existe santidad sin el Espíritu” (San Basilio)
La Iglesia es santa porque participa de la santidad de Dios, cuya naturaleza santa es comunicada a la Iglesia y a todos los hombres por el Espíritu Santo. La unión de Dios con el hombre se realiza por obra del Espíritu.
La Iglesia es santa porque es la asamblea de los fieles que son el templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en ellos.
La presencia del Espíritu toca la esencia de las personas a las que transforma y consagra. No es una santidad moral, sino una santidad que hace relación al propio ser.

La santidad de la Iglesia se realiza a través de las “cosas santas”, es decir, los sacramentos, la Palabra de Dios y los carismas que expresan la “comunión de los santos”.
La Iglesia es una comunión de santos, lo que no significa que en ella no haya también pecadores, por eso es necesaria una constante conversión. El cristiano santo es portador del Espíritu, mientras que el pecado consiste en rechazar la comunión con el Espíritu. “Desde el primer Pentecostés, la Iglesia está llena de santos” (San Cirilo de Alejandría)


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