Celebración
de la presencia de Cristo resucitado
El domingo no es sólo la celebración de un acontecimiento pasado, sino que es la celebración de la presencia viva del resucitado en medio de los suyos. Para anunciar y vivir adecuadamente esta presencia no basta la oración individual porque no hemos sido salvados a título personal sino en cuanto formamos parte del Pueblo de Dios.
El domingo no es sólo la celebración de un acontecimiento pasado, sino que es la celebración de la presencia viva del resucitado en medio de los suyos. Para anunciar y vivir adecuadamente esta presencia no basta la oración individual porque no hemos sido salvados a título personal sino en cuanto formamos parte del Pueblo de Dios.
La ekklesia es
la asamblea del Pueblo de Dios hecho uno en Cristo, mediante la obra
del Espíritu Santo. Cristo ofreció su vida “para
reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Jn
11, 52) y que son “hombres
de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Ap
5, 9)
La
unidad expresa la identidad cristiana que se manifiesta externamente
cuando los cristianos se reúnen, testimoniando al mundo que son el
pueblo de los redimidos.
La
asamblea litúrgica es la perpetuación en el tiempo de la primera
comunidad cristiana que “acudían asíduamente a la
enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan
y a las oraciones” (Hch 2, 42)
En
la misa dominical, los cristianos revivimos, por la fe, la
experiencia de los Apóstoles la tarde de Pascua, cuando Jesús
resucitado se les manifestó, estando reunidos (Jn 20, 19). En aquel
pequeño grupo estaba ya presente el Pueblo de Dios de todos los
tiempos. Su testimonio pasa de generación en generación: ¡Paz
a vosotros! Dar la paz es un saludo y un regalo del Señor.
“Ocho
días más tarde (Jn
20, 26), Jesús se les manifestó de nuevo. De ahí viene la
costumbre cristiana de reunirse cada octavo día y llamar a este
día “Día
del Señor”, para
profesar la fe en la resurrección.
Resurrección
y Eucaristía
La
resurrección de Jesús y la Eucaristía están en íntima relación.
En la última cena “mientras comían, Jesús tomó el pan,
lo bendijo, lo partió y se lo dio a los discípulos, diciendo: Tomad
y comed, este es mi cuerpo” (Mt 26, 26)
En
el relato de la aparición de Jesús a los discípulos de Emaús, se
dice: “Puesto a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo
partió y se lo dio” (Lc 24, 30)
Son
dos escenas diferentes en el tiempo, pero con el mismo contenido de
la fracción del pan, que es como se llamaba a la Eucaristía en la
primera generación cristiana. En la primera escena Jesús instituye
la Eucaristía y en la segunda, ya resucitado, se da conocer a sus
discípulos al darles el pan que acababa de bendecir, convertido en
su propio cuerpo.
El domingo es el día del Señor y también el día de la Iglesia.
El domingo es el día del Señor y también el día de la Iglesia.
De
todas las actividades que puede desarrollar una parroquia, “ninguna
es tan vital o formativa para la comunidad como la celebración
dominical del día del Señor y de su Eucaristía” (Juan
Pablo II)
De
aquí surge la necesidad de “trabajar para que florezca el
sentido de comunidad parroquial, sobre todo en la celebración común
de la misa dominical” (Contitución sobre la sagrada
liturgia42)
La
asamblea dominical es el lugar privilegiado para la unidad, pues en
ella se celebra el “sacramentum unitatis”, el
sacramento de la unidad.
Las
familias cristianas, asistiendo a la misa dominical, manifiestan su
identidad y viven su ministerio de “iglesia
doméstica”, participando padres e hijos en la Mesa de
la Palabra y del Pan de vida.
Los
educadores cristianos deben incluir en el proceso formativo de los
niños la iniciación a la Misa, con los motivos doctrinales
profundos que invitan a la celebración festiva. No es el sacerdote
el único celebrante de la Misa, él representa a Cristo Cabeza, pero
todos los fieles también celebran la Misa representando a los
diversos miembros de Cristo. Verdadero sacramento de unidad.
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