miércoles, 7 de septiembre de 2011

14.- EL DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR

Relación del domingo con el día del Señor.
“Celebramos el domingo por la venerable resurrección de nuestro Señor Jesucristo, no sólo en Pascua, sino cada semana”. ( Inocencio I, a principios del siglo V).
San Basilio dice en una homilía: “El domingo, honrado por la resurrección del Señor, es la primicia de todas los demás días”.
En el Antiguo Testamento, “el día del Señor y el día del descanso” era el sábado y así lo siguen celebrando los judíos.
En el Nuevo Testamento brilla la luz de Cristo resucitado, la resurrección de Cristo es el gran acontecimiento que se celebra y como éste acontecimiento tuvo lugar el primer día de la semana o domingo, los cristianos lo celebramos el domingo y no el sábado.
El día del Señor, aunque tiene sus orígenes en la obra de la creación y en el “descanso” de Dios, sin embargo, es la referencia específica a la resurrección de Cristo la que le llena de significado.
La resurrección ocurrió “el primer día después del sábado” (Mc 16, 2) Aquel mismo día el Resucitado se manifestó a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13) y a diez apóstoles reunidos (Lc 24, 36) y ocho días más tarde se mostró a los mismos apóstoles y a Tomás (Jn 20, 26)
El domingo es el día de Pentecostés (Hch 2, 1), primer día de la octava semana de la Pascua judía, cuando todos quedaron llenos del Espíritu Santo (Hch 2, 4); ese mismo día Pedro proclamó a la multitud que Cristo había resucitado y “los que acogieron la palabra fueron bautizados” (Hch 2, 41)
La palabra “domingo” proviene de la palabra latina “Dominus” que significa Señor.

El primer día de la semana
Los judíos se reunían los sábados en la sinagoga para la oración y la alabanza y practicaban el descanso prescrito por la Ley.
Los Apóstoles, Pablo en particular, continuaron frecuentando la sinagoga y allí anunciaban a Jesucristo (Hch 13, 14ss). En algunas comunidades cristianas coexistía la observancia del sábado judío con la celebración del domingo, si bien, poco a poco, se fue celebrando solamente el domingo.
Los cristianos, desde el primer momento, santificaron el llamado “primer día después el sábado” o “primer día de la semana” o “día del Señor”, que es el hoy llamado domingo, con reuniones para la fracción del pan y escuchar la Palabra de boca de los Apóstoles (Hch 20, 7). Es una costumbre atestiguada por los escritos de los Apologistas y de los Padres de la Iglesia.
Incluso, Plinio el Joven, gobernador romano de Bitinia, a principios del siglo II, habla de la costumbre de los cristianos de “reunirse un día fijo, antes de salir el sol y cantar un himno a Cristo, como a su dios”.

¿Por qué se reunían antes de salir el sol?
Porque, en los primeros tiempos de la Iglesia, el ritmo semanal de los días era el de las regiones donde se difundía el evangelio y los días festivos de los griegos y de los romanos no coincidían con el domingo cristiano. El “día fijo” del que habla Plinio es el primer día de la semana o domingo.

El domingo es el día de la nueva creación
La reflexión cristiana ha relacionado la resurrección de Cristo, ocurrida “el primer día de la semana”, con el primer día de la semana de la creación, día en que fue creada la luz (Gen 1, 3-5)
Esta relación invita a comprender la resurrección de Cristo como el inicio de la nueva creación, cuya primicia es el mismo Cristo glorioso, “primogénito de toda la creación” (Col 1, 15)
La nueva creación, la salvación en Jesús, se nos ofrece en el sacramento del Bautismo. “Sepultados con Él en el bautismo, con Él también habéis resucitado, por la fe” (Col 2, 12). La liturgia exhorta a celebrar los bautismos en domingo. También el rito penitencial de la aspersión con el agua bendita, al principio de la misa solemne, recuerda el bautismo con el que se nace a la existencia cristiana.


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