Hace unos años todas las gentes de bien se sintieron abrumadas y horrorizadas por los múltiples despachos de prensa que sacaban a la luz pública los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes católicos en Estados Unidos.
Había historias recientes y antiguas, cuyos autores, a lo sumo, habían sido trasladados de parroquia, pero que, pasado algún tiempo, habían vuelto a las andadas. La prensa destapó el enorme desaguisado y puso en un brete a los Obispos, responsables de dichos sacerdotes.
El escándalo alcanzó tal magnitud que el mismo Papa, Juan Pablo II, dirigió a los cardenales de Estados Unidos y a los representantes de su Conferencia Episcopal, las siguientes palabras: “En el sacerdocio y en la vida religiosa no hay lugar para quienes dañan a los jóvenes”.
Medidas adoptadas:
1ª Todo sacerdote a quien se le prueben abusos sexuales, aunque sólo sea un caso, debe ser apartado inmediatamente del ejercicio del ministerio sacerdotal.
2ª El inculpado debe recibir asistencia médica para evitar que reincida, una vez secularizado.
3ª Ofrecer a las víctimas de los abusos ayuda profesional, médica y espiritual.
4ª No aceptar ningún acuerdo monetario con las víctimas a cambio de su silencio.
5ª Evaluar mejor la idoneidad de los candidatos al sacerdocio
6ª Abrir una Oficina, en la sede central de la Conferencia Episcopal , para la protección de niños y jóvenes.
¿Cómo es posible que sucedan estas cosas?
La opinión de un experto:
A la pregunta que todos, y en especial los católicos, nos hemos hecho, responde Philip Jenkins, que es un investigador no católico, profesor de la Universidad de Pensylvania. En su libro Los sacerdotes y la pedofilia, saca tres conclusiones que incitan a reflexionar:
1ª “De 2232 sacerdotes que ha considerado a lo largo de treinta años, sólo uno es pedófilo.
2ª “La pedofilia exclusiva, es decir, la atracción de un adulto hacia niños o niñas preadolescentes, es un fenómeno extremo y raro.
3ª “Una tercera parte de los hombres homosexuales tienen la atracción pedófila”.
La opinión de una revista católica:
En la revista católica Crisis, editada en Washington, se puede leer: “La pedofilia es una forma particular de desorden sexual compulsivo, en el que un adulto, hombre o mujer, abusa de niños o niñas preadolescentes. Es extremadamente rara entre sacerdotes, pues afecta al 0,3 % del clero estadounidense. Algunos piensan que la homosexualidad no tiene relación con la pedofilia; eso es falso, los homosexuales tienen tres veces más probabilidades de ser pedófilos que los heterosexuales. La seducción de jóvenes adolescentes por hombres homosexuales es un fenómeno muy bien documentado. Esta forma de conducta desviada es la más común de abuso sexual clerical y está directamente conectada con la homosexualidad”.
Esta opinión de la revista Crisis concuerda perfectamente con la medida 6ª, tomada por la Conferencia episcopal: Evaluar mejor la idoneidad de los candidatos al sacerdocio; leyendo entre líneas, podemos añadir, para que no se cuelen candidatos con tendencia homosexual.
Los Obispos norteamericanos, y los de cualquier otra parte del mundo, tienen que poner todos los medios a su alcance para que no se produzcan hechos tan lamentables como escandalosos.
MEDIDA QUE SE ECHA DE MENOS
A las medidas tomadas por Conferencia Episcopal Norteamericana habría que añadir:
Apartar a los sacerdotes y religiosos pederastas de los cargos que ostenten y entregarlos a la Autoridad civil para que sean juzgados.
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