Antecedentes
Moisés de Miguel Angel |
“El número de los descendientes de Jacob (Israel) era de setenta personas. José ya estaba en Egipto. Murió José y todos sus hermanos, y toda aquella generación.
Los hijos de Israel crecieron y se multiplicaron, llegaron a ser muy numerosos y poderosos y llenaron el país” (Ex 1,5-7).
Comentario:”Setenta personas” las mismas que cita el Gen 46,27. Continúa, por tanto, el relato del "designio salvador de Dios". De este pequeño grupo Dios suscitará un gran pueblo, que será el depositario de las promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob.
Quedará en el misterio para siempre, ¿por qué Dios eligió a este pequeño grupo para convertirlo en su pueblo preferido, cuando había otros pueblos más cultos, más fuertes y adelantados?
Es importante notar la acción de Dios y cómo se manifiesta en las narraciones bíblicas que, fundamentalmente, son una historia religiosa de carácter popular elevada a la categoría de épica nacional.
Comienza el calvario
“Se alzó en Egipto un nuevo rey, que no sabía de José” Ex 1,8). La dinastía reinante en el delta del Nilo, en tiempos de José, eran los hicsos de origen asiático. El nuevo rey era de origen egipcio y, organizándose desde Tebas, logró arrojar a los hicsos del país.
El nuevo rey oprimió a los israelitas con durísimos trabajos y los sometió a cruel servidumbre (Ex 1,11-14).
Furioso, “el faraón mandó a todo su pueblo que fueran arrojados al río cuantos niños nacieran de los hebreos, preservando sólo a las niñas” (Ex 1,22)).
Comentario: La opresión llega a una situación insostenible. La destrucción del pueblo hebreo parece inevitable.
Contra toda lógica humana, el crecimiento es mayor cuanto mayor es la opresión. Es un signo claro de la actuación escondida de Dios.
Mucho más tarde, Tertuliano dirá que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”.
Una mujer hebrea tuvo un hijo y “lo tuvo escondido durante tres meses” (Ex 2,2). Al cabo de los cuales, lo metió en una cesta de papiro y puso la cesta entre los juncos, a la orilla del río. “María” (Num 26,60), hermana del niño vigilaba, escondida.
La hija del faraón bajó a bañarse en el río y descubrió la cesta, al abrirla, vio a un niño llorando. Se compadeció de él y dijo: Es un niño hebreo.
Se acercó la hermana del niño y dijo a la hija del Faraón: “¿Quieres que busque una nodriza entre las hebreas para que te críe este niño? (Ex 2,7). La joven llamó a la madre del niño y ésta lo amamantó y lo crió.
El niño creció y “la hija del faraón lo tuvo como un hijo y le llamó Moisés, diciendo: De las aguas lo saqué” (Ex 2,10).
Moisés mata a un egipcio y huye a Madián
Moisés creció y fue educado como un príncioe egipcio; pero no se olvidó de sus hermanos hebreos. “Un día fue testigo de la opresión en que estaban, vio cómo un egipcio golpeaba a un hebreo… mató al egipcio y lo enterró en la arena” (Ex 2,11-12).
Se enteró el faraón de todo lo sucedido y buscaba a Moisés para matarle. Moisés huyó y se fue a vivir a Madián, quedándose en la casa de Ragüel, quien le dio por mujer a su hija Séfora.
Comentario: Tras cuarenta años (Act 7,23), la situación en la corte del faraón ha cambiado. Moisés seguía bien considerado; pero sus hermanos hebreos trabajaban como esclavos y eran maltratados por los capataces egipcios.
Moisés presenció un incidente entre un egipcio y un hebreo, y pudo pasar de largo. No sólo no pasó de largo, sino que intervino y mató al egipcio. Lo hizo por propia iniciativa y fracasó en su intento de liberación del pueblo hebreo, viéndose obligado a huir a un país extranjero, donde perdió su status social y económico colocándose como pastor de las ovejas de su suegro Jetró.
El incidente de matar al egipcio está muy poco detallado para poder emitir un juicio moral; a primera vista, parece un homicidio.
“Pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto, los hijos de Israel seguían bajo una dura servidumbre y clamaron a Dios… quien oyó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob” (Ex 2,23-24).
Una vez más, aparece la intervención de Dios que atiende las súplicas de su pueblo.
La visión de la zarza ardiendo
Apacentaba Moisés las ovejas de su suegro Jetró y, un día, se ecercó al monte Horeb y vio que “una zarza ardía y no se consumía” (Ex 3,2). Curioso, se acercó y oyó la voz de Dios que le decía: “¡Moisés! ¡Moisés! El respondió: Heme aquí” (Ex 3,4).
La respuesta de Moisés indica su actitud de acogida y disponibilidad. Esta misma respuesta darán también Samuel (1Sam 3,4), Isaías (Is 6,8), la Virgen María (Lc 1,38) y Cristo (Hb 10,7).
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad” es la actitud perfecta del cristiano.
Dios encarga una misión a Moisés
Dijo Dios: “Yo soy el Dios de tus padres...El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto la opresión que sobre ellos hacen los egipcios. Ve, yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo de Egipto” (Ex 3,4.6,9-10).
Comentario: Antes Moisés había fracasado en su intento de liberación por iniciarlo él, ahora Moisés irá en nombre de Dios, el cual se servirá de él para llevar a cabo su proyecto. Moisés pierde su iniciativa y pasa a ser el instrumento y el colaborador de Dios; hará todo en nombre de Dios, con su misma autoridad, con la capacidad de hacer prodigios extraordinarios.
Dios se convierte en garante de la misión. Dios no se queda fuera, va con Moisés y las acciones de Moisés serán acciones de Dios.
Etapas de la misión
1ª “Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho:… Os sacaré de la opresión de los egipcios y os subiré a la tierra de los cananeos” Ex 3,16-17).
2ª “Ellos te escucharán y tú con los ancianos de Israel iréis al rey de Egipto y le diréis: Yavé, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro; deja que vayamos camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a Yavé” (Ex 3,18).
3ª “Bien sé yo que el rey de Egipto no os permitirá ir si no es forzado por mano poderosa” (Ex 3,19).
4ª “Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto con toda suerte de prodigios… y después os dejará salir” (Ex 3,20).
Las plagas de Egipto
“El corazón del faraón se endureció y no escuchó a Moisés” (Ex 7,13). Y Dios desencadenó una serie de plagas cuyo sentido no hay que buscarlo en la materialidad de los hechos sino en la intervención de Dios en favor de su pueblo.
Comentario: Sólo la mirada de fe detecta la intervención de Dios que habla a través de los acontecimientos y, más aún, interpela al creyente y exige su respuesta.
Las plagas tienen una doble finalidad:
La primera finalidad se pone de manifiesto en la frase, varias veces repetida: “Deja salir a mi pueblo para que me dé culto” (Ex 7,16.26; 8, 4.16.234; 9,1.13 y 10,3).
El culto a Dios se inicia en la liturgia y se refleja en la vida, en “servir a Dios”, sinónimo de “amarle”, “obedecerle” y “seguirle” con todo el corazón. Las plagas son una llamada a la conversión.
La segunda finalidad de las plagas: “Para que sepas que yo soy Yavé” (Ex 7,17; 8,18; 10,2). Dios quiere hacerse reconocer como Señor y no sólo, como hasta ahora, con palabras; en adelante, hablará con los hechos.
En Dios hay plena coincidencia entre lo que dice y lo que hace, entre sus palabras y sus obras.
Dios, en el relato de las plagas, capítulos 7-14 del Exodo, se da a conocer mediante el lenguaje de unos signos y prodigios que revelan claramente, a hebreos y a egipcios, quién es el autor. Dios no sólo manifiesta quién es, sino que busca ser reconocido y aceptado como lo que es, el único y verdadero Señor.
El faraón no reconoce a Dios (Ex 5,2), ni le teme (Ex 9,30), al contrario, endurece su corazón (Ex 8,15) por lo que es sometido a una serie de hechos (plagas) que le llevarán a su destrucción
Por el contrario, “Israel vio la mano potente que mostró Yavé para con Egipto y el pueblo temió a Yavé y creyó en Él y en Moisés, su siervo” (Ex 14,31).
La Pascua
¿Qué significa la Pascua? La Pascua significa el paso de Dios. “Es la Pascua de Yavé”(Ex 12,11).
Los hebreos han untado las dos jambas y el dintel de la puerta de sus casas con la sangre del cordero sacrificado para la celebración (Ex 12,7).
“Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y mataré a todos los primogénitos de Egipto, desde los hombres hasta los ganados… Yo, Yavé. La sangre será vuestra señal. Cuando yo vea la sangre pasaré de largo .. y no habrá entre vosotros plaga exterminadora… Este será un día momorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor de Yavé de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre” (Ex 12,12-14).
Comentario: Llama la atención que, en el momento cumbre del relato de las plagas, éste se interrumpa y se intercale una celebración litúrgica.
Sin duda, la intención del autor es poner de manifiesto la importancia de la celebración litúrgica no sólo para los hebreos que intervienen en la celebración, sino para todas las generaciones del pueblo de Israel.
La Pascua de Yavé es el paso de Dios que salva a unos y castiga a otros; libera a su pueblo de la esclavitud de Egipto y castiga a los egipcios que le han rechazado como Señor.
Celebrar la Pascua es responder a la acción del Señor, es reconocer y agradecer las intervenciones de Dios en favor de su pueblo.
La Pascua cristiana
Jesús celebró la Pascua hebrea con sus discípulos (Mt 26, 17 ss). Esta celebración tuvo lugar en la tarde-noche del jueves anterior al sábado, día de la Pascua hebrea (Jn 18,28).
Jesús da a comer su cuerpo y a beber su sangre derramada como la comida de la Nueva Pascua. La muerte de Jesús en la cruz le convierte en la verdadera víctima pascual, en el verdadero Cordero de Dios.
Jesús es crucificado la víspera del sábado de la Pascua hebrea (Mc 15,42) y resucita al día siguiente de ese mismo sábado, el primer día de la semana (Mc 16,2), que recibirá un nuevo nombre: dies Domini, Día del Señor o Domingo.
El primer día de la semana se reúnen los apóstoles con Jesús Resucitado (Jn 20,19) y, más tarde, el primer día de la sermana se reunirán las asambleas cristianas para la fracción del pan (Act 20,7).
Además de la Pascua dominical se celebra también la Pascua anual que imprime un nuevo contenido a la Pascua hebrea: los hebreos celebran la liberación del yugo egipcio y los cristianos festejan a Cristo muerto y resucitado que libera del pecado y de la muerte.
La liberación realizada por Cristo es la nueva y definitiva Pascua por la que “el Padre nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor” (Col 1,13). El reino de las tinieblas es el reino del error y del pecado; el reino de Cristo es el reino del amor, la luz y la verdad.
La Pascua cristiana alcanza su cenit con la muerte, la resurrección y el encuentro con el Señor en el festín definitivo en el Reino del Padre celestial: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros” (Mt 25,34).
Los israelitas salen de Egipto
Tras la interrupción del relato por la inclusión de la Pascua, lo retomamos volviendo al momento decisivo del Exodo: La salida de Egipto.
Después de cuatrocientos treinta años (Ex 12,40) de exilio, el pueblo de Israel sale de Egipto para ir a la tierra prometida.
“Iba Yavé delante de ellos, de día, en columna de nube y de noche, en columna de fuego” (Ex 13,21). La presencia de Dios, simbolizada en la realidad de una columna, es una presencia invisible que acompaña día y noche, es decir, la totalidad del camino y de la vida.
Esta presencia invisible de Dios facilitará el cumplimiento de su designio, pues, todos los obstáculos que han de surgir, Dios los permitirá para manifestar su gloria, su poder salvador, su bondad, su sabiduría y amor.
El primer gran obstáculo es el arrepentimiento del faraón de haber dejado salir a Israel y la persecución con todo su ejército hasta donde estaban acampados, cerca del mar (Ex 14,9).
Comentario: Estamos ante una triple visión de una misma realidad: Los israelitas están atrapados entre el ejército del faraón y el mar que les impide el paso.
Visión del Faraón: Está convencido de su poder y que exterminará a los israelitas.
Visión de los israelitas: Están aterrorizados y se quejan ante Moisés, diciendo: “¿Es que no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir?.. Deja que sirvamos a los egipcios, que mejor es servirlos que morir en el desierto” (Ex 14,11-12). Se sienten engañados por Moisés y no ven más allá, sólo ven al ejército egipcio que les acosa.
Visión de Moisés: Moisés sí ve más allá y ve la salvación que Dios está a punto de realizar. Y dijo al pueblo: “No temáis; estad tranquilos y veréis la victoria que, en este día, os dará Yavé” (Ex 14,13).
San Pablo nos da la clave de Moisés, la fe: “Moisés, por la fe, salió de Egipto sin temer la ira del faraón; se mantuvo firme como si viera al Invisible” (Hb 11,27).
Maravillas que contempló el pueblo de Israel
Desde la orilla del mar donde estaban los israelitas hasta su llegada a la tierra de Canaán van a contemplar una larga serie de acontecimientos con los que Dios tratará de convencerles de que Él es fiel a su palabra y de su designio sobre ellos.
Estos son los principales acontecimientos:
2º.- Conversión del agua salada en dulce (Ex 15,25).
3º.- Les dio de comer carne de codornices (Ex 16,13) y el pan de maná (Ex 16,31).
4º.- Les dio de beber. “Yavé dijo a Moisés: Hiere la roca y brotará agua para que beba el pueblo” (Ex 17,6).
5º.- Yavé se presentó a Moisés en una densa nube, a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí (Ex19,9.11), y promulgó el Decálogo (Ex 20).
6º.- Alianza de Yavé e Israel (Ex 24,7). Entregó a Moisés las Tablas de la Ley (Ex 24,12).
Comentario: ¿Quién fue realmente Moisés?
Fue el instrumento escogido por Dios para llevar a cabo su designio de salvación. Sacó a Israel de Egipto y, tras cuarenta años en el desierto de la península del Sinaí, con multitud de signos y prodigios, lo dejó a las puertas de la tierra prometida de Canaán.
Fue el interlocutor entre Dios y el pueblo de Israel. Dios “hablaba” a Moisés y éste lo transmitía al pueblo. Algunos opinan que él mismo puso por escrito la Ley que regía al pueblo hebreo en todas las expresiones de la vida, religiosa, civil, social y personal. El pueblo hebreo se convirtió con Moisés en la teocracia que rendía culto al Dios Único.
Muerte de Moisés
Nació en Gosen (Egipto) y murió en la tierra de Moab (Dt 34,5) y allí fue sepultado.
Yavé dijo a Moisés: “Ahí tienes la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella” (Dt 34,4).
Moisés murió sin entrar en la prometida tierra de Canaán. La contempló desde la altura del monte Nebo, a unos 1500 metros sobre el valle del río Jordán.
What do you want to do ?
New mail
No hay comentarios:
Publicar un comentario