La historia humana no es el resultado de un destino ciego, sino de la voluntad de Dios desde su inicio a su término. La voluntad divina se concreta en el “Designio de salvación de todos los seres humanos”.
Este designio dota de unidad e inteligibilidad al conjunto de la Sagrada Escritura, a la que recorre transversalmente en todos sus libros. Estuvo oculto durante largos siglos, fue esbozado en el Antiguo Testamento y manifestado plenamente en el Nuevo Testamento.
1.- El Antiguo Testamento
El tema del Designio de Dios es fundamental en todo el AT; abunda la información sobre el mismo; pero es incompleta y provisional.
El Designio de Dios resplandece en cada momento de la historia humana. Todos los acontecimientos aparecen encajados en el “Designio de salvación”, en una perspectiva universal (Gen 9,12; 12,3).
La visión de la historia con ojos de fe le otorga unidad y permite percibir su continuidad; la fe se nutre del conocimiento del “Designio de Dios”, revelado en los acontecimientos.
Por Israel pasan diversos imperios y todos terminan desapareciendo, mientras Israel permanece en la espera de la llegada del rey Mesías.
Por Israel pasan diversos imperios y todos terminan desapareciendo, mientras Israel permanece en la espera de la llegada del rey Mesías.
El libro del Eclesiástico, en los capítulos 44 a 50, hace un emotivo elogio de los patriarcas, los hombres que sabían que estaban implicados en un designio de Yavé y se esforzaban en su realización terrenal, mientras esperaban su realización suprema.
Finalmente, los profetas descubren el fin hacia el que Dios hace caminar a la historia: la salvación de todas las naciones.
1.1.- ¿Qué información tenían los israelitas?
Sabían que, entre todos los pueblos, Yavé hizo elección de sus antepasados a los que prometió una posteridad y una protección.
Sabían que ellos son el “pueblo elegido” por Yavé, y que esto los implica en la historia humana de una forma especial; pero, no sabían hasta qué punto ni cuál sería el desenlace.
Sabían que Él ha sido fiel a sus promesas en los diversos tiempos de la historia de Israel: la salida de Egipto, la alianza del Sinaí, la entrega de la Ley y la conquista de la tierra de Canaán, etc.
Y sabían, también, que Yavé les pide fidelidad a las cláusulas de la Alianza, so pena de atenerse al castigo.
1.2.- Importancia de los profetas
Los profetas juegan un papel muy importante en la manifestación del “Designio divino”; porque, como dijo el profeta Amós “Yavé no hace nada sin revelar su designio a sus siervos los profetas” (Am 3,7). Tanto es así, que cada acontecimiento va precedido del consejo divino a un profeta para que intervenga.
Los profetas se hicieron insustituibles para la gobernabilidad, ya se tratase del reino unido de Israel, unos cien años con Saúl, David y Salomón, o del Reino dividido de Israel, unos doscientos años entre diecinueve reyes, desde Jeroboam a Oseas, o del Reino de Judá, 342 años entre veinte reyes, desde Roboam a Sedecías.
Los profetas, los reyes y los sacerdotes, durante mucho tiempo, son los tres ejes de la sociedad de Israel, tan antagónicos entre sí como necesarios.
Los profetas son llamados para una misión: decir las palabras de Yavé. “Pongo en tu boca mis palabras” (Jer 1,9). Los profetas tienen conciencia de que es Yavé quien les hace hablar y hablan para denunciar las faltas contra la Ley.
1.2.1.-.- Quejas de los profetas
Por eso se quejan de “las mentirosas plumas de los escribas que convierten la Ley en mentira” (Jer 8,8); se quejan de “los que aborrecen el derecho y tuercen todo lo recto” (Miq 3,9); se quejan “porque se embota la Ley.. y el derecho se tuerce” (Hab 1,4); se quejan “de los que al mal llaman bien y al bien mal” (Is 5,20); se quejan de que “dentro de Jerusalén todo es injusticia… en ella mana la iniquidad” (Jer 6.6-7).
Vituperan violentamente a los sacerdotes y demás responsables “que tienen la cara más dura que una piedra” (Jer 5,3) y se quejan de que los pastores enturbien el agua de las ovejas (Ez 34.18s); ponen gran énfasis contra los sacrificios “así dice Yavé: harto estoy de holocaustos de carneros, del sebo de vuestros bueyes cebados. No quiero sangre de toros, ni de ovejas, ni de machos cabríos….quitad de ante mis ojos la iniquidad de vuestras acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Is 1,11.16-17).
1.2.2.- Los profetas marcaron su camino a Israel
1º.- Le piden la conversión del corazón
Israel tiene el corazón endurecido en el mal y por este endurecimiento se niega a convertirse. Los profetas le exhortan a la conversión, a cambiar el corazón: “Buscad el bien y no el mal, para que viváis” ( Am 5,14), “Venid y entendámonos, dice Yavé. Aunque vuestros pecados fueran como la grana, quedarán blancos como la nieve” (Is 1,18);
Israel no acepta el requerimiento de Yavé y provoca su castigo por tanta ingratitud.
2º.- Le avisan de que Yavé castigará a Israel
A consecuencia de la infidelidad de Israel, se rompe el antiguo pacto “quebrantaron mi alianza y yo los rechacé” (Jer 31,32)
“Cumpliré mis designios contra todas tus abominaciones” (Ez 16,43); “lleva sobre tí tu vituperio” (16,52); “lleva sobre tí tu perversidad y tus abominaciones” (16,58); “voy a hacer contigo lo que tú hiciste conmigo, menospreciendo el juramento y rompiendo el pacto” (16,59).
3º.- Al final, triunfará la misericordia de Yavé
“No obstante, me acordaré de la alianza que hice contigo...y renovaré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy Yavé” (60.62); “pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón” (Jer 31,33); “les perdonaré sus maldades y no me acordaré más de sus pecados” (Jer 31,34)·
Habrá una Nueva Alianza dirigida hacia el porvenir, hacia el final de los tiempos. Será la Alianza en la sangre de Cristo.
2.- El Nuevo Testamento
Los paganos están sumidos en “el tiempo de la ignorancia” (Hch 17,30).
Los judíos lo están en el de la Ley (Gal 3,23s), “la Ley y los Profetas llegan hasta Juan“ (Lc 16,16) (el Bautista, último de los profetas), y todos los bautizados en Cristo estamos en el tiempo de la Nueva Alianza, el tiempo de la Iglesia, fundada por Jesús. Es el tiempo del Espíritu (Jn 16,13ss).
“Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, (Gal 4,4).
La Alianza de Moisés es perfeccionada por la Alianza de Cristo, el antiguo Pueblo de Dios pierde sus privilegios y los adquiere el Nuevo Pueblo de Dios, reunido por la fe en Cristo.
Ha llegado el tiempo en el que el Evangelio debe ser predicado a todos los hombres para que todos puedan alcanzar la salvación. “Id, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espítitu Santo” (Mt 28,19).
La Iglesia de Jesús reúne a todos en un solo pueblo “no hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o hembra, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28); “con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación” (Ap 5,9.
Es la etapa eclesial del testimonio, del crecimiento, de producir el ciento por uno (Mt 13,8), mientras llega la etapa definitiva, la celestial, la de recibir el premio, cuando el Hijo del hombre diga a loa elegidos: “ Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino” (Mt 25,34).
Bellamente lo dice San Pablo: “A punto estoy de derramarme en libación, siendo ya inminente el punto de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Por lo demás, ya me está preparada la corona de la justicia, que me otorgará aquel día el Señor, justo Juez, y no sólo a mí sino a todos los que aman su manifestación” (2ª Tim 4,6-8).
En Jesús se ha manifestado plenamente el “Designio de Dios”.
Madrid, víspera de Todos los Santos de 2018
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